El ajo es uno de los alimentos más utilizados en la cocina, no solo por su rico sabor sino también debido a sus numerosas propiedades.
Además, o es una de las plantas más fáciles de cultivar, ya sea en una huerta como en una maceta casera, podés cultivar ajo ya que no necesitan tantos cuidados.
La forma más fácil y habitual es plantarlos sin semillas, es decir, enterrando dientes de ajo.
Primero tenemos que desgranar la cabeza de ajos y elegir los dientes de mayor tamaño, estos serán los que utilizaremos como semillas para realizar el cultivo. Los más pequeños los podemos aprovechar en la cocina.
Con la maceta ya llena de tierra, vamos a colocar los dientes de ajo. Es muy importante enterrarlos rectos, con la parte de la base hacia abajo y la “colita” viendo hacia arriba.
Debemos dejar al menos 6 cm entre cada diente para que los nuevos ajos tengan espacio suficiente para crecer.
Cubrimos los ajos con tierra y apretamos ligeramente para que no queden bolsas de aire, sin compactar demasiado la tierra.
Apenas terminemos de plantar realizamos el primer riego.
Importante: debemos mantener la tierra húmeda durante las 2 primeras semanas. Esto es clave para que broten los ajos.
Los ajos no son muy exigentes, lo único que tenemos que cuidar es el riego al menos cada 3 días. Además de eliminar cualquier mala hierba que pueda aparecer y que pueda competir con nuestro cultivo de Ajos.
Con el correr de los días notaremos que algunas hojas se secan y se doblan; las que no se doblen las doblaremos nosotros, esto ayuda a que los nutrientes de las hojas vayan al bulbo y el ajo engruese más.
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