La forma en al que vos amás, cuidas y expresas tu cariño a las demás personas la aprendiste en tu infancia, según como te amaron a vos. ¿Sabés cómo amás?
(Por Eva Rodríguez)
Lo que vivimos en nuestra infancia, genera un molde para nuestra personalidad: muchas de las reacciones espontáneas que tenés frente a una situación son patrones de conducta que aprendiste cuando no te acordás que lo aprendiste, cuando eras un niño.
La manera en al que vos amás, cuidas y expresas tu cariño a las demás personas la aprendiste según como te amaron a vos cuando eras pequeño.
Hoy vamos a ver 4 ESTILOS DE AMOR que podrían ser producto de tu infancia:
* El complaciente: esta persona típicamente ha crecido en un hogar con padres muy sobreprotectores, enojados o muy exigentes. Los niños de estos hogares hacen todo lo posible por ser buenos y portarse siempre bien para no recibir una respuesta negativa de sus padres.
Estos niños no reciben consuelo o contención, en lugar de eso son ello quienes brindan gestos lindos y de contención a sus padres siempre a punto de explotar.
De adultos los complacientes no son buenos soportando el conflicto y rápidamente lo resuelven cediendo o diciendo que si a todo. Como quieren evitar el conflicto a veces pueden mentir para dar la respuesta que piensan que la otra persona quiere escuchar. Buscan hacer feliz a todo el mundo, no saben poner límites asertivos y reconocen con mayor facilidad lo que otros quieren antes que lo que ellos mismo quieren para sí.
*La víctima: Estas personas a menudo crecen en hogares caóticos. Las víctimas son niños que han aprendido a “desaparecer”. A ser tan obedientes que ni se nota que están presentes, son niños callados, que se esconden.
Pensemos que muchas veces estos niños crecen en hogares disfuncionales, violentos o sometidos a castigos. Estos niños crecen con una autoestima empobrecida. Y típicamente van a desarrollar algún trastorno mental como depresión o ansiedad.
De adultos son personas que han aprendido a encajar, se adaptan y le siguen la corriente a la gente. Muchas veces van a terminar con parejas controladoras, que les plantean escenarios similares a los que tenían cuando niños: celos, enojos, amenazas, falta de gestos de cariño.
Estas personas dejan que sus parejas los usen y pisoteen y posteriormente lo único que pueden hacer es infundir lástima, mostrarse vulnerables o necesitados para que los vuelvan a “querer”.
Estas personas no se sienten cómodas con las relaciones sanas, funcionales o tranquila. Sienten que no es posible, que en cualquier momento va a aparecer el próximo estallido.
*El controlador: crecieron en hogares donde no había muchas reglas ni muchos límites. Con lo cual se sintieron desprotegidos y tuvieron que aprender a defenderse por si mismos y ser fuertes… incluso cuando eran pequeñitos.
De adultos necesitan estar en control todo el tiempo, para evitar sentir la vulnerabilidad y la desprotección que sentían cuando sus padres no estaban cerca o disponibles para cuidarlos o antenderlos de niños. Si se sienten vulnerables o cuando algo se les sale de control sienten que su vida va a colapsar, que todo está puesto en peligro. De la misma manera que sentían cuando eran pequeños.
Estos adultos sienten control cuando evitan experiencias desagradables: miedo, humillación, impotencia. Para no tener estas experiencias SE ANTICIPAN y son ellos quienes muestran poder al enojarse antes que vos, al gritar más fuerte que vos, al poner límites extremadamente rígidos que los mantenga a cargo de su puesto de jefe o de su relación de pareja.
*El escapista: estas personas crecen en hogares donde típicamente se les ha prestado poca atención y se ha premiado que sean niños independientes y autosuficientes. Estos niños han aprendido a arreglarse solos de mil maneras desde muy pequeños, con las tareas, con la comida, con sus relaciones interpersonales.
Incluso poniendo sus propias emociones o necesidades en PAUSA para ocuparse de tareas cotidianas.
De adultos se convierten en personas muy racionales, que se apoyan en la lógica y sus estrategias para resolver cualquier problema ante que sus emociones. No entienden muy bien a las personas emocionales que expresan sus sentimientos o pueden explotar súbitamente de risa o llanto por un pequeño cambio.
Estos adultos tienen el gran desafío de abrirse y aprender a expresar sus emociones sinceramente.