No importa qué o quién sea el disparador que dé visibilidad a este flagelo. El problema de las adicciones tiene múltiples aristas: causa daños en lo personal, en la salud de quien consume, en las familias, en el ámbito social y es, por supuesto, un tema político. Suele ser un asunto que aparece y desaparece de la discusión pública y es retomado cada vez que ocurren situaciones de fuerte impacto.
Caer en una adicción genera consecuencias extremadamente graves en el organismo de quien consume y el primer impacto lo registra el cerebro que puede sufrir daños irreparables. Se considera que una persona es adicta cuando se desarrolla una dependencia psicológica, es decir, una conducta repetitiva y compulsiva con respecto al uso de una sustancia. Coexisten la dependencia psicológica y física, que es la respuesta del cuerpo ante esa sustancia. En sí, la definición de adicción aplica a la compulsión y repetición del uso de alcohol, nicotina, drogas opiáceas como la heroína, también la cocaína y otros estimulantes.
Si bien la teoría está, poder llegar a comprender a quien consume y a quien se encuentra en el marco familiar sosteniendo lo insostenible es complejo y desesperante.
¿De qué hablamos cuando hablamos de salud mental y adicción?
Según sostiene el médico psiquiatra Juan José Vilapriño, “en realodad lo que se menciona es lo que se feriere a ‘enfermedad mental y adicción’. En ese sentido la co-currencia de ambos fenómenos, es decir las adicciones y la enfermedad mental (depresión, psicosis, trastorno bipolar, trastorno de ansiedad generalizada entre muchas otras) conjuntamente con las adicciones, representan una dupla sumamente frecuente. Ya las estaísticas en Argentina en el 2014 marcaban que de la cantidad de pacientes en tratamiento con adicciones que tenían la patología psiquiátrica co-mórbida, eran aproximadamente del 82%. Incluso hay cifras a nivel mundial que hanlan que el 90% de las personas que consumen tienen una patología psiquiátrica co –mórbida#.
-¿Qué viene primero la enfermedad mental que genera la adicción o viceversa?
Se pueden dar las dos cosas, es decir pacientes que comienzan a consumir y luego caen en depresión, o que se gatille un trastorno bipolar o de ansiedad generalizada. O puede ocurrir al revés, que tengan estos u otros problemas mentales, cayendo para salir en el alcohol, y en menor frecuencia la cocaína. El alcohol siempre va en punta.
-¿Se puede lograr la desintoxicación pura?
Generalmente se hace bajo internación, ya que al primer pico de estrés que tiene la persona adicta, su cerebro ya está formateado para ir a consumir. Esto es lo duro que tiene que entender su paciente y la familia. Entonces para reformatear tiene que generarse una abstinencia un promedio de 15 días. Luego viene un proceso muy complicado de al menos de tres meses que es deshabituación del organismo. El paciente se va a adaptar a no tener la droga, y va a requerir una serie de formas y maneras de vincularse a su familia, que implica un proceso complejo pero crucial.
No hay que perder de vista que el consumo repetido y prolongado en el tiempo puede afectar circuitos que intervienen con la capacidad de inhibir conductas vinculadas al consumo de drogas como así también áreas cerebrales relacionadas con la toma de decisiones en la corteza frontal.
De esta forma, las drogas adictivas –cocaína, alcohol, cannabinoides o nicotina- pueden compararse con comida o sexo. Esto explica por qué la cocaína o la heroína produce ese rush, como una fiebre de puro placer, que muchos usuarios comparan con tener un orgasmo. Y esto es igual en cualquier cerebro, es por eso que se vuelve fácil entender por qué la adicción es cada vez más frecuente en la sociedad.
Pedir ayuda a tiempo siempre es la salida. Mirá la nota de del especialista en Cada Día
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