Lucas tenía 7 meses cuando falleció en junio de 2014; pesaba 4 kilos, menos de la mitad de lo que debería pesar un niño de su edad. Y la razón de su bajo peso y de su muerte fue la dieta que sus padres le impusieron.
A Lucas sus padres nunca lo alimentaron con productos que tuvieran gluten o lactosa, para ellos esas dos proteínas eran malas por su salud.
El padre del bebé, Peter S. aseguró “Nunca llevamos a Lucas al doctor porque nunca vimos nada inusual”. Por su parte, la madre, Sandrina V., lamentaba llorando “a veces engordaba, otra perdía un poco de peso. Pero nunca quisimos la muerte de nuestro hijo”.
Oriundos de la ciudad belga de Bereven, eran dueños de una tienda de productos naturales y pusieron a Lucas una dieta que incluía leche de quinoa, pese a que los doctores advierten de que no es adecuada para un bebé.
Esta semana comenzó el juicio contra los padres, a los que la Fiscalía culpa de la muerte de Lucas: "Los padres diagnosticaron que el bebé era intolerante al gluten y que tenía alergia a la lactosa. Pero no había ningún médico que tuviera un informe sobre Lucas".
También acusan a los padres de llevar a Lucas a un médico homeopático cuando el bebé se moría de hambre en lugar de acudir al hospital más cercano.
Según la abogada de los padres, ellos pensaban que Lucas tenía un problema al comer. "Le daban calambres cuando le daban el biberón y los padres probaron alternativas: leche de avena, de arroz, sémola, de quinoa. Todos esos productos también se venden en su tienda".
Según el diario The Independent, la autopsia demostró que el bebé estaba deshidratado y con el estómago completamente vacío cuando murió.
Para aquellas personas que tienen intolerancia o alergia al gluten, la dieta sin esta proteína es el único tratamiento posible. Los celíacos tienen un rechazo que además produce deterioro en el intestino grueso y, eventualmente, problemas mayores derivados de la imposibiliad de absorver vitaminas y minerales.
Aquellas personas que deciden seguir la dieta sin gluten sin tener la enfermedad celíaca, pueden hacerlo, pero no se aconseja sin la tutoría de un médico.
De igual manera afecta la lactosa a quienes no pueden digerirla, es la azúcar presente en la leche de los mamíferos, a la que comunica su sabor dulce; se emplea en la industria farmacológica y en alimentación.
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