Grandes y chicos, todos somos fans de los churros.
Los churros son conocidos por su crujiente textura, por su forma alargada y por su suave sabor, lo que los hace irresistibles.
Bañados o rellenos son una tentación.
- 2 tazas de harina
- 2 tazas de agua
- Aceite
- 1 pizca de sal
- Azúcar
En una cacerola llevamos a ebullición el agua, el azúcar, la sal y el aceite vegetal.
Luego reducimos a fuego bajo.
Agregamos la harina de una sola vez y revolvemos vigorosamente con una cuchara de madera hasta que la mezcla forme una masa suave que se desprenda de los lados de la cacerola.
Calentamos suficiente aceite en una sartén profunda o freidora. El aceite debe estar bien caliente sin llegar a quemarse.
Llevamos la masa a una manga pastelera con una boquilla estriada/churrera.
Exprimimos la masa directamente en el aceite caliente, cortando tiras alargadas con unas tijeras.
En caso de no tener manga o churrera, podemos hacerlos con las manos y con mucho cuidado formando tiras de masa similar a los churros, del tamaño deseado.
Freímos hasta que estén dorados y crujientes, 2-4 minutos.
Retiramos del aceite y colocamos sobre papel absorbente para eliminar el exceso de aceite.
Espolvoreamos con una mezcla de azúcar y canela mientras aún estén calientes.
• Utilizar harina de buena calidad para obtener una textura más crujiente.
• No sobrecocinar la masa, ya que podría quedar dura.
• Freír los churros a fuego medio-alto para evitar que se quemen.
• Servir los churros inmediatamente para disfrutar de una textura más crujiente.
Disfrútalos como quieras, bañados en dulce de leche, chocolate, mermelada o azucarados.