Muchos se preguntan hasta qué punto han llegado una persona para mantener su figura y disminuir en lo más mínimo la grasa de su cuerpo.
La dieta de la luna, la de la banana, la del chocolate, la antidieta, la disociada... Sería difícil enumerar la cantidad de métodos para adelgazar que se pusieron de moda durante las últimas décadas.
Hasta se ha llegado a decir, entre otras teorías demenciales, que beber orina de una mujer embarazada es la mejor forma de perder peso. En esta nota publicaremos 10 extrañas dietas.
Hace unos años se hizo muy famoso un tal Doctor Siegal, especialista en hipotiroidismo y obesidad, cuyo método para adelgazar era de lo más curioso. Consistía en comer galletas de chocolate o de nueces para aplacar el apetito antes de la comida. Siegal vendió miles de libros pero su dieta pasó al olvido con más pena (y kilos) que gloria.
La dieta del coliflor tuvo muchos adeptos. Ellos aseguraban que, comiendo sólo coliflor hervido para el almuerzo y la cena, se podían perder hasta cuatro kilos y medio por semana. Sin embargo, al poco tiempo, un estudio determinó que este régimen no sólo provocaba demasiados trastornos estomacales sino también un bajo nivel de concentración mental.
Increíble pero real: que una persona crea que puede bajar cuatro kilos en tres días comiendo solamente panchos y helado de vainilla. Así de inverosímil era la dieta del hot dog, probada en Estados Unidos, que por sus pésimos resultados duró justamente eso: tres días.
A los impresionables, les pedimos que salteen este punto. Esta dieta consistía en comenzar la mañana tomando un delicioso vasito de … ¡orina de mujer embarazada! Se dice que el régimen tuvo bastante éxito, sobre todo porque la gente que bebía este líquido quedaba tan asqueada que se quedaba sin hambre para el resto del día.
El sueño de los amantes del chocolate ha sido, desde siempre, imaginar que podían comer tabletas sin aumentar de peso. De ese imposible se nutrió esta dieta, basada en la ingesta diaria de milk shakes o licuados dietéticos de chocolate.
En teoría, el menjunje de cacao light era capaz de reemplazar vitaminas y quemar grasas a corto plazo. Por supuesto, tampoco funcionó.
Los militares rusos utilizaban este método para perder de peso, hasta que se dieron cuenta que se les estaba yendo la mano. En el desayuno, sólo podían beber una taza de café y, a la hora del almuerzo, debían llenarse con dos huevos y un tomate. Para la cena: hierbas con sal, pimienta y vinagre. Se comenta que los oficiales que la siguieron no sólo bajaron de peso sino que, al cabo de un año, quedaron al borde de la desnutrición.
La apodaron “dieta ácida” y, al parecer, fue probada por la cantante Beyoncé. Muy simple: había que beber durante varios días un jugo de limón con agua y pimienta, para desintoxicar el organismo, y acompañarlo sólo con verduras. La propia Beyoncé terminó admitiendo que no recomendaría este régimen ni a su peor enemiga.
Esta teoría tuvo su cuarto de hora durante la década del ´90, cuando un grupo de expertos intentó demostrar que cada grupo sanguíneo debía alimentarse con un patrón de comidas específico.
Por ejemplo, los que eran de tipo O tenían que comer carne, mientras que los de tipo A estaban resignados a hacerse vegetarianos. Tuvo menos éxito que las últimas películas de Kevin Costner.
La dieta Tapeworm fue uno de los tantos métodos para adelgazar de los ricos y famosos. La desarrolló el doctor Kilian Uttembers, quien propuso introducir un gusano intestinal -taenias o parásitos que habitan en el tubo digestivo de los vertebrados- en el cuerpo humano para que devorara las grasas de nuestro organismo.
El gusano tenía que vivir varias semanas en la panza para luego ser destruido con una medicación muy fuerte. La teoría no sólo fue catalogada de ridícula sino que también se la consideró peligrosa, porque implicaba introducir un parásito en el cuerpo. Además, cuando el gusano moría, uno recuperaba cada kilo perdido.
Los defensores de la dieta de la luna siguen jurando que la pérdida de peso está ligada a la capacidad del cuerpo humano de absorber el agua; y que este mecanismo responde a la fuerza de atracción que ejerce la luna sobre los líquidos.
A grandes trazos, el método implicaba hacer un ayuno de 26 horas a partir del cambio de fases de la luna. En ese período sólo había que tomar líquidos, con el objetivo de desintoxicar el organismo para bajar dos kilos de un tirón. Algunos siguen convencidos de que esta dieta realmente funciona.