Es una imagen que hasta se puede llegar a vislumbrar en las plazas mendocinas. Se trata de la "timidez de los árboles", un fenómeno en el que las copas de los árboles no se tocan creando un efecto mágico.
Los especiales señalaron que ocurre con más frecuencia entre árboles de la misma especie.
Explicaron que en lugares con mucho viento las ramas más altas al rozarse se quiebran o se golpean tanto que afectan el crecimiento lateral de las ramas dando como resultado este patrón.
Otros proponen explicaciones más evolutivas, es decir, que esos árboles en algún momento obtuvieron ventajas al no tocar las copas y a lo largo de millones de años de evolución esa información quedó guardada en sus genes.
Además, esto le permite a los árboles no robarse luz y un crecimiento parejo entre todos.