El Evangelio es la narración de la vida y palabras de Jesucristo, es por eso que es uno de los momentos más importantes durante la celebración de la misa en la religión católica. Cada día, desde el Vaticano comparten las enseñanzas y mensajes de la biblia para que llegue a toda la comunidad. Acá el evangelio del miércoles 24 de abril del 2024: “Lectura del santo evangelio según san Juan”.
Cada día, en la religión católica, se comparte la liturgia de la palabra. Se trata de un espacio de lectura, de meditación y reflexión de la historia, de vida, doctrina y milagros de Jesucristo. Así, los católicos refuerzan su fe y las enseñanzas cristianas que se han trasmitido de generación en generación en el Nuevo Testamento.
Es por eso que desde el vaticano comparten la palabra del día.
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles
Hch 12, 24–13, 5
En aquel tiempo, la palabra del Señor cundía y se propagaba. Cumplida su misión en Jerusalén, Saulo y Bernabé regresaron a Antioquía, llevando consigo a Juan Marcos.
Había en la comunidad cristiana de Antioquía algunos profetas y maestros, como Bernabé, Simón (apodado el “Negro”), Lucio el de Cirene, Manahén (que se crió junto con el tetrarca Herodes) y Saulo. Un día estaban ellos ayunando y dando culto al Señor, y el Espíritu Santo les dijo: “Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la misión que les tengo destinada”. Todos volvieron a ayunar y a orar; después les impusieron las manos y los despidieron.
Así, enviados por el Espíritu Santo, Saulo y Bernabé fueron a Seleucia y zarparon para Chipre. Al llegar a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos.
Lectura del santo evangelio según san Juan
Jn 12, 44-50
En aquel tiempo, exclamó Jesús con fuerte voz: “El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado; el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, para que todo el que crea en mí no siga en tinieblas.
Si alguno oye mis palabras y no las pone en práctica, yo no lo voy a condenar; porque no he venido al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.
El que me rechaza y no acepta mis palabras, tiene ya quien lo condene: las palabras que yo he hablado lo condenarán en el último día. Porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que mi Padre, que me envió, me ha mandado lo que tengo que decir y hablar. Y yo sé que su mandamiento es vida eterna. Así, pues, lo que hablo, lo digo como el Padre me lo ha dicho’’.