El conductor del Metrotranvía que evitó un suicidio

“Me llevó 7 años cumplir el sueño de manejar un tren o metrotranvía en este caso, había realizado todos los cursos, pero no se había dado. Venía de trabajar en colectivos de larga distancia, pero era algo que anhelaba hasta que un día sonó el teléfono y llegó el llamado”, así de apasionado por su trabajo es Diego Nicolás Arias, el mendocino que evitó una muerte por sus rápidos reflejos y un compromiso absoluto con la tarea que realiza desde hace 4 años.

“Siempre me fijo especialmente en las personas que están sentadas muy cerquita de la vía, hay mucha imprudencia y también pueden ser potenciales suicidas, o es algo que yo considero. En este caso el hombre que se arrojó el viernes pasado (viernes 24 de febrero), no estaba cerca de las vías, él se encontraba antes de calle Agustín Álvarez sentado en el boulevard. Desde la cabina veía que no levantaba la vista y miraba fijamente su celular, hasta que de repente lo tira a las vías al celular y él se arroja extendiendo los brazos como quien se arroja a una pileta. Hago esta comparación para que se entienda. El tren venía a velocidad, entonces fueron instantes en que él hace esa acción y yo acciono el freno. Es muy brusca esa frenada y ahí el mundo se me vino abajo, porque desapareció de mi vista”, cuenta Diego Arias aún conmovido por lo que le sucedió pero con la sensación de que salvó una vida por esos reflejos que tuvo y por respetar los protocolos que exige la conducción de esa gran máquina.

Diego Nicolás Arias, tiene 38 años, vive en Luzuriaga, Maipú y tiene una vida donde lo que no le sobre es el tiempo. Además de conductor del Metrotranvía, arregla televisores y celulares y es tatuador. En pareja desde hace 19 años tiene dos hijas, uno de 7 años y una bebé de 1. “Lógicamente al llegar a casa y ver a mi familia sentí que agradecía por que todos estemos sanos y ruego que esa persona puede superar cualquier cosa que le esté pasando”, decía este heroico conductor.

Pero en la historia también hay otro protagonista y es Alejandro Rodríguez, el asistente de pasajeros que viajaba con la formación con Diego. Apenas se frena bruscamente el tren, y Diego abre las puertas para que descienda los pasajeros es Alejandro quien se arroja prontamente y saca debajo del tren al hombre. Lo hace con la asistencia de un pasajero que colabora en la maniobra. Ahí ya con todos en la escena, corroboran que la persona estaba con vida y que gracias a que se accionó el freno a tiempo, la persona queda a centímetros de la madera que protege la rueda. “Por momentos fue un horror todo, sentía escalofríos pero cuando salió y podía caminar y sentarse, respiré hondo y agradecí que conservara su vida. El muchacho no paraba de llorar, no dijo una sola palabra, solo lloraba y detecté que se quería ir, por eso Alejandro y un pasajero lo mantuvieron allí hasta que llegó la policía y servicio coordinado. Tengo entendido que el hombre está hospitalizado, en un lugar especializado en salud mental”, decía Diego. Según algunas versiones, el hombre habría recibido en las últimas horas, un diagnóstico médico no favorable. Trabajaría en una obra cercana al lugar y les habría dicho a sus compañeros que ya volvía, que iba a comprar algo.

El día a día

“Es una actividad muy linda manejar esta máquina gigante, te plantea muchísimos desafíos. Entre las cosas malas está la falta de respeto de los automovilista, es constante, todo el mundo le quiere ganar al tren. También están los que se ponen los auriculares y no escuchan más nada, y este tren es eléctrico y no hace tanto ruido. Es no correr la vista de las vías y a su vez poder ver lo que acontece alrededor, nosotros tenemos la obligación de tocar bocina en cada cruce y esquinas y pasar a una velocidad determinada. Pero por momentos es realmente indignante como todos le quieren ganar al tren y arriesgan su vida. También si debo frenar bruscamente puedo poner en riesgo a los pasajeros, es increíble el comportamiento de algunas personas. Ahora en lo concreto esta situación del viernes, ha sido la más extrema que ha vivido”,  decía Diego.

Salvar una vida

“Realmente debo destacar el lindo ambiente de trabajo que tenemos, al rato que sucedió todo, llegaron mis superiores y sí recibí una felicitación por haber procedido como indica el protocolo. Por respetar las velocidades y reaccionar rápido”, dice orgulloso Diego quien vuelve a señalar la labor de Alejandro Rodríguez, el asistente de pasajeros que en segundos apenas se abría la puerta, socorría al hombre.

“Es muy gratificante sentir que ayudaste a salvar una vida, he pensado muchísimo en él y en que pueda repensar que siempre puede haber una oportunidad para cambiar lo que le angustie mientras haya vida”, dice Diego mientras arranca la formación y emprende su oficio que tanto ama.