La sangre ha estado presente en las películas desde los inicios del cine. En las películas de terror, crímenes, misterio y en cualquiera en la que haya al menos un muerto la solemos ver, pero pocos saben realmente de qué está hecha. En general, la gente cree que es kétchup o pintura, pero no es así.
Originalmente, en la época de las películas en blanco y negro, el problema de representar la sangre humana era mucho más fácil de resolver. Los directores optaban por usar sirope de chocolate debido a que al no haber color en sus obras, su textura y su tono era muy similar a la sangre real.
De hecho, Alfred Hitchock utilizó botellas llenas de chocolate para su película Psicosis. En aquel entonces, su técnica fue revolucionaria.
Los problemas comenzaron con el cine a color. Lograr el tono, el brillo y la espesura de la sangre para que se viera real no era tarea sencilla. Dick Smith, un genio del maquillaje cinematográfico, inventó la receta perfecta para entonces, que serviría de base para la sangre de utilería que usaría el cine a partir de ese momento.
El problema es que su receta era venenosa, por lo que era imposible usarla cuando el actor necesitaba toser sangre, por ejemplo.
De todas formas, su fórmula se utilizó en películas como El Padrino, Taxi Driver y El Exorcista, todas obras maestras del séptimo arte. Desde entonces, la receta se ha ido perfeccionando.
En general, toda la sangre falsa que se usa en las películas tiene como base los mismos ingredientes:
Existen muchas alternativas comestibles con azúcar y caco en polvo. Bruce Campbell, protagonista de Evil Dead, creó su propia versión de sangre comestible añadiendo crema para café, aunque también existen recetas que incluyen sirope de chocolate, mantequilla de maní y sirope para tortitas (o panqueques).
Una película puede llevarse muchísimos litros de sangre falsa (solo hay que recordar la escena del ascensor en El Resplandor). Hoy en día, hay compañías que le venden sangre de utilería a la industria del cine.