El síndrome del hombro congelado, también conocido como capsulitis adhesiva, es una condición dolorosa y a menudo incapacitante que afecta a la articulación del hombro. Claves para saber qué hacer.
El síndrome del hombro congelado se caracteriza por una progresiva pérdida de movimiento, tanto activa (lo que uno puede mover por sí mismo) como pasiva (lo que otra persona puede mover), que se desarrolla sin una causa traumática obvia. Aunque puede parecer un problema menor al principio, su impacto en la calidad de vida puede ser significativo, dificultando tareas cotidianas como vestirse, peinarse o alcanzar objetos. Entender qué es, por qué ocurre y cómo prevenirlo es fundamental para quienes pueden estar en riesgo o ya experimentan sus primeros síntomas.
Como bien explicó el médico traumatólogo Rodrigo Robello, “el hombro es una de las articulaciones más móviles del cuerpo, formada por la cabeza del húmero (el hueso del brazo) y la cavidad glenoidea de la escápula (omóplato). Alrededor de esta articulación, una cápsula de tejido conectivo, la cápsula articular, la rodea y la mantiene unida. En el síndrome del hombro congelado, esta cápsula se engrosa, se inflama y se contrae, formando adherencias o “cicatrices” que restringen severamente el movimiento”.

La condición generalmente progresa en tres fases distintas:
-Fase de D-dolor o congelación: Esta etapa puede durar de 6 semanas a 9 meses. El dolor es el síntoma principal, que se intensifica gradualmente y empeora por la noche. A medida que el dolor aumenta, el rango de movimiento comienza a disminuir.
-Fase congelada o adhesiva: Esta fase puede durar de 4 a 12 meses. El dolor puede comenzar a disminuir, pero la rigidez y la limitación del movimiento son severas. Las actividades diarias se vuelven muy difíciles.
-Fase de descongelación o recuperación: Esta etapa es la más prolongada, pudiendo durar de 6 meses a 2 años o incluso más. El movimiento comienza a mejorar gradualmente a medida que las adherencias se rompen y la cápsula se estira. La recuperación completa del rango de movimiento es posible, aunque en algunos casos, una ligera limitación residual puede persistir.
Causas y Factores de Riesgo

“Aunque en muchos casos el hombro congelado se presenta sin una causa aparente (lo que se conoce como idiopático), existen ciertos factores de riesgo y condiciones que aumentan la probabilidad de desarrollarlo:
Edad y Género: Es más común en personas entre 40 y 60 años, y las mujeres son más propensas a desarrollarlo que los hombres.
Diabetes: La diabetes es el factor de riesgo más significativo. Se estima que entre el 10% y el 20% de las personas con diabetes desarrollan hombro congelado, y a menudo afecta a ambos hombros y tiende a ser más grave.
Inmovilización prolongada: Cualquier período de inmovilización del hombro, ya sea por una cirugía (como una mastectomía o una cirugía cardíaca), una fractura de brazo, un accidente cerebrovascular o una lesión del manguito rotador, puede predisponer a la capsulitis adhesiva.
Otras condiciones médicas: Enfermedades de la tiroides (hipotiroidismo o hipertiroidismo), Parkinson, tuberculosis, enfermedades cardíacas, y ciertas condiciones autoinmunes también se han asociado con un mayor riesgo.
Traumatismos menores o cirugías previas: Aunque el inicio es a menudo gradual, un traumatismo menor o una cirugía previa en el hombro o el tórax pueden desencadenar la inflamación inicial que conduce a la capsulitis.
La teoría principal es que la inflamación crónica lleva a la formación de bandas de tejido cicatricial dentro de la cápsula articular, que restringen el movimiento”, detalló el profesional.
Tips Preventivos: Evitar la Congelación
Aunque no siempre es posible prevenir completamente el hombro congelado, especialmente en casos idiopáticos o cuando hay factores de riesgo significativos como la diabetes, existen estrategias clave que pueden reducir la probabilidad de desarrollarlo o mitigar su severidad:
Movimiento temprano post-inmovilización: Si has sufrido una lesión o cirugía que requiere inmovilización del hombro, es crucial comenzar la movilización suave tan pronto como lo autorice tu médico o fisioterapeuta. Esto incluye ejercicios de péndulo y movimientos suaves dentro del rango permitido para evitar que la cápsula se adhiera.
Manejo de condiciones subyacentes: Si tenés diabetes, controlar estrictamente tus niveles de azúcar en sangre es fundamental, ya que el buen manejo de esta enfermedad reduce el riesgo de complicaciones, incluyendo el hombro congelado. Lo mismo aplica para las enfermedades tiroideas.
Mantenerse activo y flexible: La actividad física regular que incluya ejercicios de rango de movimiento para los hombros, como estiramientos suaves o yoga, puede ayudar a mantener la flexibilidad de la articulación. Incluso si no hay una lesión, mantener el hombro móvil es beneficioso.
Atención a los primeros signos de dolor o rigidez: Si comenzás a sentir dolor persistente en el hombro o una leve restricción en el movimiento, no lo ignores. Consultar a un médico o fisioterapeuta temprano puede permitir un diagnóstico precoz y la implementación de estrategias de tratamiento que eviten que la condición progrese a etapas más severas.
Evitar el exceso de reposo en caso de dolor: Si bien el dolor agudo puede requerir un breve período de reposo, el reposo prolongado sin movimiento es contraproducente para el hombro congelado. Es un equilibrio delicado entre el reposo para calmar la inflamación y el movimiento suave para evitar la rigidez. Un profesional de la salud puede guiarte.
Nutrición y salud general: Una dieta equilibrada y un estilo de vida saludable apoyan la salud general de las articulaciones y los tejidos conectivos. Esto incluye una hidratación adecuada y la ingesta de nutrientes que favorecen la salud articular.
“El síndrome del hombro congelado es una condición que requiere paciencia y un enfoque de tratamiento multidisciplinario que a menudo incluye fisioterapia. Sin embargo, al ser conscientes de los factores de riesgo y adoptar medidas preventivas, especialmente en situaciones de inmovilización o condiciones médicas predisponentes, podemos reducir las posibilidades de experimentar esta dolorosa y limitante condición. La clave está en la movilización temprana y la atención a los primeros avisos de nuestro cuerpo”, aconsejó el profesional.
El traumatólogo estuvo en Cada Tarde, mirá la nota