Microbiota intestinal y obesidad, el desequilibrio invisible

Microbiota intestinal y obesidad, el desequilibrio invisible

Salud/obesidad

La obesidad, más allá de sus efectos visibles, desencadena una silenciosa revolución en el ecosistema intestinal, alterando la composición y función de la microbiota, con consecuencias que van desde la inflamación hasta la dificultad para perder peso. La palabra profesional.

La obesidad, definida como una acumulación excesiva de grasa corporal que puede ser perjudicial para la salud, es un problema de salud pública global con implicaciones que trascienden el simple aumento de peso.

Según explicó el doctor Jorge Pujol, médico especialista en obesidad, “uno de los campos de investigación más fascinantes y relevantes en la comprensión de la obesidad es su intrincada relación con la microbiota intestinal, la vasta comunidad de microorganismos que residen en nuestro tracto digestivo. Lejos de ser meros habitantes pasivos, estos billones de bacterias, virus, hongos y otros microbios desempeñan un papel crucial en nuestra salud, y sus alteraciones por la obesidad pueden perpetuar un círculo vicioso metabólico”.

-Es un ecosistema más que delicado entonces…

En un estado de salud, la microbiota intestinal se caracteriza por una rica diversidad y un equilibrio entre las diferentes especies. Esta comunidad simbiótica nos ayuda a digerir alimentos complejos, sintetizar vitaminas, fortalecer el sistema inmunológico y regular el metabolismo energético. Sin embargo, la obesidad induce una disbiosis, un desequilibrio en la composición y la función de esta microbiota, favoreciendo la proliferación de ciertas especies en detrimento de otras.

-¿Cómo la obesidad desestabiliza el intestino?

Diversos mecanismos explican cómo la obesidad impacta negativamente en la microbiota intestinal:

  • Cambios en la dieta: Una dieta occidental típica, rica en grasas saturadas, azúcares refinados y alimentos procesados, que a menudo conduce a la obesidad, también alimenta selectivamente a ciertas bacterias “proinflamatorias” en el intestino, desplazando a las bacterias beneficiosas.
  • Aumento de la permeabilidad intestinal: La disbiosis asociada a la obesidad puede debilitar la barrera intestinal, permitiendo que moléculas proinflamatorias, como el lipopolisacárido (LPS) de ciertas bacterias, pasen al torrente sanguíneo, provocando una inflamación sistémica de bajo grado, un sello distintivo de la obesidad.
  • Alteración en la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC): Las bacterias beneficiosas fermentan la fibra dietética produciendo AGCC como el butirato, el acetato y el propionato, que tienen efectos antiinflamatorios, regulan el apetito y mejoran la sensibilidad a la insulina. En la obesidad, la reducción de estas bacterias puede disminuir la producción de AGCC, contribuyendo a la disfunción metabólica.
  • Incremento de la extracción de energía de los alimentos: Algunas investigaciones sugieren que la microbiota de las personas con obesidad puede ser más eficiente en la extracción de calorías de los alimentos, lo que podría contribuir al aumento de peso incluso con una ingesta calórica similar a la de personas con un peso saludable.
  • Modificación de la señalización hormonal: La microbiota intestinal interactúa con el sistema endocrino, influyendo en la liberación de hormonas que regulan el apetito y la saciedad. La disbiosis asociada a la obesidad puede alterar esta comunicación, contribuyendo a la desregulación del apetito.

Consecuencias metabólicas de una microbiota alterada

La disbiosis inducida por la obesidad no se limita al intestino; tiene repercusiones sistémicas significativas:

  • Resistencia a la insulina: La inflamación crónica de bajo grado, en parte mediada por la disbiosis y el aumento de la permeabilidad intestinal, puede contribuir al desarrollo de resistencia a la insulina, un precursor de la diabetes tipo 2.
  • Mayor acumulación de grasa: Las alteraciones en el metabolismo de los AGCC y la señalización hormonal pueden favorecer la acumulación de tejido adiposo.
  • Inflamación crónica: La disbiosis perpetua un estado inflamatorio crónico que se ha relacionado con diversas enfermedades metabólicas y cardiovasculares asociadas a la obesidad.
  • Dificultad para perder peso: Un ecosistema intestinal desequilibrado puede dificultar la respuesta a las intervenciones dietéticas para la pérdida de peso.

Restaurando el equilibrio: un camino hacia la salud

“Comprender cómo la obesidad altera la microbiota intestinal abre nuevas vías para abordar esta compleja condición. Intervenciones dirigidas a restaurar un equilibrio saludable en el intestino, como cambios en la dieta (aumento de la fibra prebiótica), el uso de probióticos específicos y, en algunos casos, el trasplante de microbiota , están siendo investigadas como estrategias complementarias para el manejo de la obesidad y sus comorbilidades metabólicas”, detalló el profesional.

En definitiva, la obesidad y la microbiota intestinal mantienen una relación bidireccional compleja. La obesidad altera el delicado equilibrio del ecosistema intestinal, lo que a su vez puede exacerbar la lesión y la disfunción metabólica, perpetuando el ciclo de la enfermedad. Reconocer esta conexión invisible es fundamental para desarrollar estrategias integrales y efectivas, en la lucha contra la obesidad y sus devastadoras consecuencias para la salud.

El profesional estuvo en Cada Día, mirá la nota