Con la llegada del invierno en Argentina, bajan las temperaturas y los días se acortan, lo que nos invita a refugiarnos en casa. Sin embargo, esta época del año también puede traernos desafíos para nuestra salud si no adoptamos los hábitos adecuados para un invierno saludable.
Para sobrellevar un invierno saludable, es crucial ser conscientes de cómo nos alimentamos, protegemos nuestro sistema inmune y mantenemos una rutina saludable para transitar los meses fríos sin contratiempos. Pequeños cambios en nuestro día a día pueden hacer una gran diferencia en nuestro bienestar general.
Alimentación: Tu Aliado en el Frío

La alimentación juega un rol fundamental en el invierno. Nuestro cuerpo necesita energía extra para mantener la temperatura corporal, y una dieta equilibrada es la clave. “Hay que priorizar el consumo de alimentos de estación, como calabaza, batata, espinaca, brócoli y cítricos, que son ricos en vitaminas y minerales esenciales. Las sopas y caldos caseros son excelentes opciones para mantenernos hidratados y calentitos, además de ser una forma deliciosa de incorporar vegetales.
La hidratación también es fundamental, tanto a nivel de agua como de muchos tes como el de equinácea, para reforzar el sistema inmunológico. También la vitamina D”, destacó la terapeuta holística Nena Agustí.
No olvidar incluir proteínas magras (pollo, pescado, legumbres) que ayudan a la reparación celular y al mantenimiento de la masa muscular. Los hidratos de carbono complejos (cereales integrales, legumbres) nos brindan energía sostenida, evitando los picos de glucosa y los antojos innecesarios. Y, por supuesto, las grasas saludables presentes en el aguacate, frutos secos y aceite de oliva son indispensables para la absorción de vitaminas liposolubles y para la salud de la piel, que tiende a resecarse más en esta época. Evitá los excesos de comidas procesadas y azucaradas, que si bien pueden parecer reconfortantes, no aportan los nutrientes necesarios y pueden debilitar nuestro sistema.
Fortaleciendo el sistema inmune: tu escudo protector

El sistema inmune es nuestra primera línea de defensa contra virus y bacterias, que suelen circular con mayor facilidad en invierno. Para fortalecerlo, la vitamina C es una gran aliada: la encontrás en naranjas, kiwis, pomelos, pimientos y brócoli. La vitamina D, que obtenemos principalmente de la exposición solar, también es crucial. Si bien en invierno hay menos sol, intentá exponerte unos minutos al día, o considerá suplementación bajo supervisión médica si tenés deficiencia.
El zinc (presente en carnes rojas, mariscos, legumbres y frutos secos) y el selenio (en nueces de Brasil, pescados y cereales integrales) son minerales esenciales para la función inmunológica. Además, una flora intestinal saludable es clave, ya que gran parte de nuestras defensas residen allí. Incorporá alimentos probióticos como yogur, kéfir o chucrut. Descansar lo suficiente y manejar el estrés también son factores determinantes, ya que el agotamiento debilita nuestras defensas.
La importancia de la hidratación en invierno
Aunque no sintamos tanta sed como en verano, la hidratación sigue siendo fundamental. El aire seco de los ambientes calefaccionados y la menor transpiración pueden llevarnos a la deshidratación sin darnos cuenta. Beber agua de forma regular es vital para el correcto funcionamiento del organismo, la lubricación de las mucosas y la eliminación de toxinas.
Si te cuesta beber agua fría, optá por infusiones de hierbas, tés o caldos calientes. Llevá siempre una botella de agua con vos para recordar hidratarte a lo largo del día. La deshidratación puede manifestarse como fatiga, dolor de cabeza o piel seca, síntomas que a menudo se confunden con otras afecciones invernales.
Buenos hábitos: el pilar de tu bienestar
Más allá de la alimentación y la hidratación, un conjunto de buenos hábitos son esenciales para un invierno saludable. Mantenerte activo físicamente es crucial, incluso con el frío. No es necesario salir a correr si no te gusta; una caminata enérgica, bailar en casa, hacer yoga o ejercicios de fuerza pueden ser excelentes opciones. La actividad física mejora la circulación, fortalece el sistema inmune y libera endorfinas, combatiendo el estrés y el desánimo.
Asegurarte un descanso adecuado es igualmente importante. Intentá dormir entre 7 y 9 horas por noche. Establecer una rutina de sueño regular, con horarios fijos para acostarte y levantarte, ayuda a regular tu ritmo circadiano y mejora la calidad del descanso.
“Finalmente, ventilá los ambientes a diario, incluso si hace frío. Abrir las ventanas por unos minutos permite renovar el aire, reducir la concentración de virus y bacterias, y evitar la humedad excesiva que favorece la aparición de moho y ácaros. Lavate las manos frecuentemente, especialmente después de estornudar o toser, y evitá tocarte la cara para prevenir contagios.
El invierno no tiene por qué ser sinónimo de resfríos y malestares. Con estos hábitos en mente, podemos transformar los meses fríos en una oportunidad para cuidarnos más, fortalecer nuestro cuerpo y disfrutar de esta estación tan particular con energía y vitalidad”, concluyó la especialista.