Fuegos artificiales y su impacto en personas con autismo

Fuegos artificiales y su impacto en personas con autismo

Psicología/autoayuda

La falta de empatía y conciencia general respecto al uso de pirotecnia, y su impacto sobre las personas con TEA, resulta indignante. En esta nota las consecuencias nocivas para quienes padecen esta condición.

Las fiestas de fin de año, cargadas de celebraciones, luces y sonidos festivos, son un momento de alegría y unión para muchas personas. Sin embargo, no todos comparten la misma experiencia. En particular, las personas con autismo, al igual que algunos animales, pueden enfrentar grandes dificultades debido a la explosión de fuegos artificiales, un fenómeno común durante las celebraciones de Navidad y Año Nuevo.

La falta de conciencia y controles durante el 24, puso de manifiesto la falta de empatía de forma apabullante. “Los fuegos artificiales, con su estruendoso ruido y luces brillantes, pueden resultar especialmente perturbadores para aquellas personas cuyo sistema sensorial está hipersensible o desregulado, como sucede en muchos casos con el trastorno del espectro autista (TEA)” sostuvo la psicóloga Alicia Nudelman, de Osep.

-¿Cómo afecta a las personas con TEA?

 

El autismo es un trastorno neurocognitivo que afecta la manera en que una persona percibe e interactúa con el mundo. Muchas personas con TEA tienen lo que se conoce como hipersensibilidad sensorial, lo que significa que ciertos estímulos pueden resultarles abrumadores o dolorosos. Entre estos estímulos, los ruidos fuertes, como los producidos por los fuegos artificiales, son particularmente problemáticos. Para alguien con autismo, el sonido de un cohete o una explosión puede sentirse como una agresión a su sistema auditivo, provocando reacciones de ansiedad, miedo o incluso pánico.

-¿Qué crisis puede generar en la persona?

La respuesta a los fuegos artificiales en personas autistas no es universal, ya que cada persona con TEA tiene una experiencia sensorial única. Sin embargo, los ruidos explosivos son, en general, uno de los estímulos más desafiantes. Las personas con hipersensibilidad auditiva pueden escuchar los sonidos mucho más intensamente que quienes no padecen este trastorno, lo que puede desencadenar respuestas de angustia. Además, la imprevisibilidad de los fuegos artificiales, ya que no se sabe cuándo ocurrirá el siguiente estallido, puede aumentar la sensación de vulnerabilidad y desorientación.

-¿Qué conductas de riesgo incluye todo esto?

El comportamiento que puede manifestarse ante esta situación incluye desde conductas de evasión, como intentar escapar del lugar donde se escuchan los fuegos artificiales, hasta reacciones más intensas, como llanto, gritos o intentos de autolesionarse. Algunas personas autistas también pueden experimentar un “colapso sensorial”, donde el estímulo abrumador los lleva a un estado de sobrecarga, lo que les dificulta procesar la información de manera efectiva. Este tipo de situaciones puede ser especialmente angustiante para ellos y para sus familias, quienes pueden sentirse impotentes al ver cómo un evento festivo, que se supone que es una celebración, se convierte en una fuente de sufrimiento.

Falta de empatía

El impacto de los fuegos artificiales no se limita a la noche de Año Nuevo. En muchas regiones, los fuegos artificiales se utilizan a lo largo de varias noches durante las fiestas de fin de año, lo que prolonga la exposición a estos ruidos molestos. Esto puede generar una sensación de ansiedad y estrés crónico en las personas autistas durante ese período, dificultando la conciliación del sueño o el disfrute de otras actividades festivas. Para los niños, el miedo a los fuegos artificiales puede incluso convertirse en una fuente de estrés anticipatorio, ya que empiezan a asociar estas fechas con sensaciones de incomodidad.

A lo largo de los años, se ha comenzado a reconocer que tanto las personas autistas como los animales comparten una vulnerabilidad similar frente a los fuegos artificiales. Al igual que ciertos animales, como perros y gatos, que se asustan ante los estruendos de los cohetes, las personas con TEA también tienen una mayor propensidad a experimentar ansiedad debido a la sobrecarga sensorial. Esta comparación resalta la necesidad de sensibilizar a la sociedad sobre los efectos negativos de los fuegos artificiales y fomentar la búsqueda de alternativas más inclusivas.

Estrategias preventivas para este 2025

Es importante que las personas que rodean a quienes padecen autismo comprendan las dificultades que pueden enfrentar en estos momentos. Las estrategias para reducir el impacto de los fuegos artificiales incluyen crear un ambiente tranquilo y seguro en el hogar, donde la persona pueda refugiarse lejos del ruido. Algunos padres de niños con TEA emplean tapones para los oídos o auriculares con cancelación de ruido para ayudar a reducir la intensidad del sonido. Además, existen festivales y celebraciones en muchas partes del mundo que optan por alternativas más respetuosas con las personas autistas, como espectáculos de luces sin ruidos fuertes o actividades que no involucren fuegos artificiales.

El respeto y la inclusión de las personas autistas durante las festividades son fundamentales para que todos puedan disfrutar de las celebraciones sin sufrir alteraciones sensoriales abrumadoras. La reflexión sobre cómo las fiestas de fin de año pueden ser más accesibles y menos traumáticas para quienes tienen autismo es un paso crucial hacia una sociedad más comprensiva y respetuosa con la diversidad.

Cuidar a los seres sintientes

Fernando Pieroni, de la Fundación Planeta Vivo, una de las tantas organizaciones de defensa de animales que suelen sumarse a estas campañas, también dialogó con este medio. Aseguró que los ruidos de los fuegos artificiales “provocan un daño enorme a los perros, gatos, aves y otros animales porque ellos tienen una capacidad auditiva superior, y pueden percibir los sonidos hasta tres veces más intensos”. Estos estruendos pueden generarles “estrés, ansiedad, taquicardia, temblores, intentos de escape y, en algunos casos, la muerte”.Pieroni también aconsejó cómo sortear un momento difícil con las mascotas por culpa de la pirotecnia: “antes de que empiecen los fuegos artificiales, llevarlos a pasear o jugar para que se cansen y estén más tranquilos, dejarlos en una habitación segura con puertas y ventanas cerradas para amortiguar el ruido y suavizar los estruendos. En lo posible, es mejor quedarnos con ellos, con actitud tranquila”.