Reflexionar sobre nuestra salud física, emocional y mental es clave para cerrar un ciclo y dar la bienvenida al nuevo año con bienestar. En esta nota la palabra profesional.
El fin de año es un momento de cierre y renovación, una fecha que invita tanto a la reflexión sobre lo vivido como a la proyección de lo que está por venir. Sin embargo, entre las celebraciones, las fiestas y el ajetreo de los últimos días del calendario, tendemos a descuidar algo fundamental: nuestra salud integral. Este es el momento perfecto para preguntarnos: ¿es este un buen periodo para centrarnos en lo que comemos, nuestras emociones y nuestros pensamientos? La respuesta es sí, y a continuación exploraremos por qué.
Alimentación: el combustible de nuestro cuerpo
En la recta final del año, la comida es un elemento central en la vida social. Las cenas familiares, los brindis y los banquetes son parte del ritual, pero muchas veces esta abundancia alimentaria está acompañada de excesos. Platos pesados, dulces, alcohol y grasas saturadas se convierten en los protagonistas, y aunque disfrutar de una buena comida es un placer, los excesos pueden pasar factura a nuestra salud física.
“Una buena práctica en esta época es hacer conciencia sobre lo que comemos. El fin de año no tiene por qué ser sinónimo de descuidar nuestra nutrición, sino de encontrar un equilibrio. Optar por alimentos frescos, moderar el consumo de calorías y evitar la sobrecarga de azúcares es fundamental para no solo evitar malestares físicos como la indigestión o el cansancio, sino también para mantener nuestra energía durante las celebraciones”, argumentó la médica antroposófica Patricia Giner.
Incorporar más frutas y verduras en las comidas y beber suficiente agua puede ayudarnos a sentirnos mejor, tanto durante la fiesta como al despertar al día siguiente.
-¿Inciden las emociones?
“El fin de año es también un periodo emocionalmente intenso. Las celebraciones a menudo están teñidas de nostalgia, reflexión sobre lo que se ha logrado o no, y expectativas para el año nuevo. Es común sentir una mezcla de alegría, ansiedad, tristeza o incluso estrés. Pero, ¿cómo gestionar todas estas emociones de forma que nos ayuden a cerrar un ciclo de manera saludable?
La clave está en la autoaceptación y la reflexión. Aprovechar este tiempo para hacer una pausa y reconocer lo vivido durante el año es una práctica poderosa. La meditación, el journaling (escribir en un diario) o simplemente tomarse unos minutos para estar en silencio pueden ser herramientas útiles para procesar nuestras emociones y encontrar paz interior. No se trata de suprimir lo que sentimos, sino de permitirnos sentir lo que necesitamos sin que eso nos desborde”.
¿Cómo os ayudan las personas que nos rodean?
Es fundamental rodearnos de personas que nos aporten bienestar. La interacción social puede ser positiva si estamos rodeados de quienes nos apoyan y nos aceptan tal como somos. En cambio, los ambientes tóxicos o las relaciones que nos generan ansiedad pueden tener un impacto negativo en nuestra salud emocional. El fin de año es una excelente oportunidad para hacer balance sobre quiénes forman parte de nuestra vida y de qué forma esas relaciones afectan nuestro bienestar.
Pensamientos: revisión mental para el Nuevo Año
Nuestro estado mental juega un papel crucial en nuestra salud integral. Si bien el cuerpo es el vehículo que nos lleva por la vida, la mente es la que dirige la navegación. Es habitual, al cierre de un año, mirar atrás y pensar en lo que no se ha logrado o en los errores cometidos. Sin embargo, es importante recordar que nuestros pensamientos son solo eso: pensamientos. “No siempre reflejan la realidad, y muchas veces nuestra mente nos engaña, alimentando dudas o miedos infundados”, sostiene Giner.
El fin de año puede ser un excelente momento para practicar la reprogramación mental, un proceso en el que nos permitimos pensar de manera más positiva y consciente. Identificar los patrones de pensamiento que nos limitan y transformarlos en creencias más saludables es un paso hacia el bienestar. Aceptar que el pasado es una lección y que el futuro es incierto puede ayudarnos a vivir más plenamente el presente. Técnicas como la mindfulness (atención plena) y la autocompasión son excelentes herramientas para alinear nuestros pensamientos con nuestra intención de vivir de forma más saludable
El fin de año como un acto integral de bienestar
En resumen, el fin de año no solo es una oportunidad para celebrar, sino también para practicar un autocuidado integral. Al poner atención a lo que comemos, a nuestras emociones y a nuestros pensamientos, estamos cerrando el ciclo de un año con salud y preparando el terreno para un nuevo inicio lleno de posibilidades. “El bienestar integral no se limita a la alimentación o la salud emocional, sino que es el resultado de un equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu. Este fin de año, el mejor regalo que podemos darnos es justamente esa atención consciente hacia nosotros mismos”, concluyó la profesional.