Construyó un arma para “atacar” con materia fecal la casa de su mejor amigo

Construyó un arma para “atacar” con materia fecal la casa de su mejor amigo

Un hecho inverosímil; juntó por dos meses sus heces para llevar a cabo su macabro plan.

Un hombre se tomó en serio el dicho popular “la venganza se sirve en un plato frío” y esperó dos años y medio para desquitarse con el que fue su mejor amigo de una manera realmente asquerosa. Ocurrió en Inglaterra.

Geoffrey Holroyd-Doveton, de 75 años, se había separado de su esposa 30 meses atrás, y aseguraba que Donald Wicks le había “arruinado su vida” porque había “contribuido a la ruptura de su matrimonio”, indica el portal británico Metro.

Por su puesto la amistad se arruinó y no se vieron más. Sin embargo, Geoffrey nunca olvidó lo ocurrido y se tomó su tiempo para tomar represalias. Según la fiscal Lesla Small, el anciano juntó durante 60 días sus propias heces en un balde y armó una bomba casera para “atentar” contra la casa de Donald.

Mientras su ex amigo se encontraba de vacaciones, Geoffrey tomó su auto, condujo durante la noche para llegar a la vivienda de Donald y logró meter la bomba dentro de la casa por la rendija donde se reciben las cartas.

Ahí la accionó y comenzó a rociar excrementos por todo el interior de la vivienda. La puerta, las escaleras, el pasillo y hasta una pared en el fondo quedaron impregnadas con materia fecal.

El plan de Geoffrey fue descubierto por una cámara de seguridad que registró su accionar. Debido a ello optó por declararse culpable ante la Corte. El sujeto fue sentenciado a 80 horas de trabajo comunitario, a pagar más de 5 mil dólares para reparar la casa y, además, se emitió una orden de restricción.

Donald dijo ante el Tribunal que la venganza fue “despreciable y repugnante”, y aseguró que el hecho lo había puesto muy ansioso por lo que le costaba dormir, ya que sintió que su espacio personal y su casa “habían sido invadidos”.

Por su parte, uno de los magistrados dijo que la vendetta fue una “ofensa bastante horrible” y que era una de las cosas más tremendas que había visto en sus 30 años de trabajo.