Calambres nocturnos: ¿Por qué aparecen?

Calambres nocturnos: ¿Por qué aparecen?

Esos espasmos súbitos e involuntarios que nos arrancan del sueño llamados calambres nocturnos, no son solo una molestia, sino un síntoma multicausal. La palabra profesional.

Para muchos especialistas los calambres pueden tener que ver con  diversas causas. Desde la deshidratación hasta condiciones médicas subyacentes.

“Los calambres nocturnos, también conocidos como calambres musculares nocturnos, son contracciones súbitas, involuntarias y dolorosas de uno o más músculos que ocurren durante el sueño o el reposo. Afectan comúnmente a los músculos de la pantorrilla, los isquiotibiales (parte posterior del muslo) y los músculos del pie, aunque pueden presentarse en cualquier grupo muscular. La intensidad del dolor puede variar desde una molestia leve hasta un sufrimiento agudo que obliga a la persona a levantarse de la cama. Aunque son más frecuentes en adultos mayores, pueden aparecer a cualquier edad y son una causa común de interrupción del sueño y, en consecuencia, de fatiga diurna. Hay que comer bien, tener uhna dieta mixta y tener una actividad física que nos corresponda, detalló Pablo Gastaldi, deportólogo.

-¿Por qué nos atacan mientras dormimos?

Identificar la causa específica de los calambres nocturnos puede ser un desafío, ya que a menudo son idiopáticos (sin causa conocida). Sin embargo, existen varios factores y condiciones que se asocian con su aparición:

  • Deshidratación y desequilibrio electrolítico: La falta de líquidos en el cuerpo y un desequilibrio de electrolitos esenciales como potasio, magnesio, calcio y sodio pueden afectar la función muscular y nerviosa, propiciando los calambres. Esto es común en personas que no beben suficiente agua, deportistas que sudan mucho o aquellos que toman diuréticos.
  • Fatiga muscular y sobrecarga: El uso excesivo de los músculos durante el día, especialmente si no están acostumbrados a la actividad o si la rutina de ejercicios es intensa, puede llevar a la fatiga y a la posterior aparición de calambres durante el reposo.
  • Posiciones inadecuadas al dormir: Mantener una posición prolongada que acorte ciertos músculos (como dormir boca abajo con los pies extendidos) puede contribuir a su contracción involuntaria.
  • Deficiencias nutricionales: Si bien es menos común, la falta de ciertos nutrientes como vitaminas del grupo B o vitamina D podría influir en la salud muscular y nerviosa.
  • Condiciones médicas subyacentes: Diversas enfermedades pueden tener los calambres nocturnos como síntoma. Entre ellas se incluyen:
    • Enfermedades neurológicas: Neuropatías periféricas, enfermedad de Parkinson, esclerosis múltiple.
    • Problemas circulatorios: Insuficiencia venosa crónica o enfermedad arterial periférica pueden reducir el flujo sanguíneo a los músculos.
    • Trastornos metabólicos: Diabetes, hipotiroidismo, insuficiencia renal.
    • Embarazo: Los cambios hormonales, el aumento de peso y la compresión de nervios pueden causar calambres en las piernas.
  • Medicamentos: Algunos fármacos pueden tener los calambres como efecto secundario, como los diuréticos, estatinas (para el colesterol), nifedipino (para la presión arterial) o agonistas beta-2 (para el asma).

 

Síntomas inconfundibles

El síntoma principal de un calambre nocturno es un dolor agudo y punzante que surge repentinamente en el músculo afectado. El músculo puede sentirse duro al tacto y visiblemente contraído o abultado. La duración del calambre puede ser de unos pocos segundos a varios minutos. Una vez que el calambre cede, es común sentir una molestia residual o sensibilidad en el área afectada durante un tiempo, e incluso puede haber dolor muscular al día siguiente.

 

Tips para prevenirlos

Aunque no siempre se pueden evitar por completo, existen estrategias efectivas para reducir la frecuencia e intensidad de los calambres nocturnos:

  1. Mantené una buena hidratación: Bebé suficiente agua durante el día. Evitá el consumo excesivo de alcohol y cafeína, ya que son diuréticos.
  2. Estiramientos regulares: Realizá estiramientos suaves antes de acostarte, especialmente de los músculos de la pantorrilla y los isquiotibiales. Manten cada estiramiento durante 20-30 segundos sin rebotes.
  3. Actividad física moderada: Mantené un nivel de actividad física regular, pero evitá el ejercicio extenuante justo antes de dormir. Si realizás ejercicio intenso, asegurate de calentar adecuadamente y estirar al finalizar.
  4. Dieta equilibrada: Asegurá una ingesta adecuada de alimentos ricos en potasio (banana, espinacas, aguacate), magnesio (nueces, semillas, legumbres) y calcio (lácteos, brócoli). Consultá a un profesional de la salud antes de tomar suplementos.
  5. Revisá tu calzado: Usá calzado cómodo y de apoyo durante el día para evitar la fatiga muscular en los pies y piernas.
  6. Posición al dormir: Intentá dormir en una posición que no comprima tus pies. Si dormís boca abajo, considerá usar una almohada al final de la cama para mantener los pies en una posición neutra.
  7. Masajes suaves: Un masaje suave en los músculos de las piernas antes de acostarte puede mejorar la circulación y relajar los músculos.
  8. Revisá tu medicación: Si tomás medicamentos de forma regular, consulta con tu médico si alguno de ellos podría estar contribuyendo a los calambres. Nunca suspendas un medicamento sin supervisión profesional.
  9. Cuando el calambre ataca: Si un calambre te despierta, estirá suavemente el músculo afectado. Por ejemplo, para un calambre en la pantorrilla, ponte de pie y apoya el peso sobre la pierna afectada, o flexioná el pie hacia arriba, llevando los dedos hacia la espinilla. Un masaje suave o la aplicación de calor o frío (lo que te resulte más aliviador) también pueden ayudar.

“Si los calambres nocturnos son frecuentes, severos o vienen acompañados de otros síntomas preocupantes, es fundamental consultar a un médico. Un profesional podrá descartar condiciones médicas subyacentes y ofrecer un plan de tratamiento personalizado para que tus noches vuelvan a ser de verdadero descanso”, concluyó el profesional.

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