En las últimas semanas, el laboratorio de huellas genéticas cobró relevancia porque permitió que se resolvieran los femicidios de Agostina Trigo y María Pía Persia. Allí la tecnología cumple un rol clave para poder identificar a quienes hayan participado de un crimen.
Con muy poco días de diferencia, Mendoza se vio conmocionada por dos femicidios. Luego de conocerse los crímenes de Agostina Trigo y María Pía Persia, comenzó la tarea de buscar a los responsables.
Para esto, además del trabajo de los investigadores, el trabajo del laboratorio de huellas genéticas fue fundamental para identificar a los sospechosos. En el caso de Agostina Trigo, se pudo recuperar material genético del asesino, del cuerpo de su víctima.
Para poder identificar al autor del femicidio de la artista María Pía Persia, la tarea de recolección del material genético fue más compleja. Se pudo conseguir la muestra de la ropa con la que Persia fue estrangulada y, en tiempo récord, se logró dar con la identidad el homicida.
Una de las patas fundamentales del trabajo del laboratorio es la base de datos de huellas genéticas que cuenta la provincia. Esto posibilita hacer un matcheo casi instantáneo de las muestras recolectadas en el lugar del crimen.
El laboratorio cuenta, además, con un robot denominado Rapid Hit, que se encarga del análisis de las muestras y de realizar la comparación con el material que se dispone en la base de datos del laboratorio.
En 90 minutos se puede determinar, con una certeza total, si la muestra recolectada corresponde a un individuo identificado y registrado en el sistema judicial de la provincia.
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