El 17 de abril celebra el Día Internacional del Malbec. Se trata de la variedad más distintiva de la Argentina y que ha posicionado a Mendoza entre las grandes capitales de vino del mundo. Una cepa que gana, año tras año, protagonismo en el mundo vitivinícola.
Como cada 17 de abril, las copas de todo el mundo se llenan para honrar al Malbec, la cepa que se ha convertido en sinónimo de Mendoza y que ha puesto a la provincia en el foco de los mercados más importantes del mundo.
Si bien la cepa es originaria de Francia, fue en las tierras mendocinas donde encontró su lugar en el mundo. Esto es debido a que la composición del suelo y la temperatura de la provincia, con grandes amplitudes térmicas, permitieron un desarrollo especial del varietal, qué combinado con la sabiduría de enólogos y productores permitieron que se elaborara el vino emblema del país.
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Actualmente, en Argentina hay más de 46 mil hectáreas de Malbec cultivadas, de las cuales el 85 por ciento se encuentran en Mendoza, aunque también hay cultivos en otras provincias como en San Juan, Salta, La Rioja y Neuquén.
La producción de este tipo de vino se volvió una prioridad y así se pasó de producir más de 3.500.000 quintales en el año 2013 a 4.242.509 quintales en el 2022, lo que representó el 22% de la producción total de vino en el país.
Sin lugar a duda, este es un dato importante, pero el mayor mérito es que ha posicionado al vino argentino en el mundo. Actualmente, la mitad de la producción de Malbec se exporta, con el Reino Unido, Estados Unidos y Brasil, como algunos de los destinos más importantes.
El Día Mundial del Malbec se celebra el 17 de abril en homenaje a que ese mismo día de 1853, se presentó ante la Legislatura Provincial de Mendoza el proyecto que contemplaba la creación de una Quinta Normal y una Escuela de Agricultura. Fue tal el impulso que el varietal le dio a la industria que, desde el Instituto Nacional de Vitivinicultura, se pidió a los productores que reconvirtieran los cultivos y priorizaran la cosecha de Malbec.
Este tipo de varietal se puede elaborar a lo largo de más de 2.000 kilómetros en Argentina y en altitudes que varían desde 280 a 3.100 metros sobre el nivel del mar. Esto lo hace variable y difícil de encasillar.
La propia naturaleza de su uva, el proceso de elaboración y el lugar se encargan de aportarles sus aromas de ciruela, cerezas, moras, frambuesas o hierbas frescas como tomillo, jarilla u orégano.
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