La pérdida de los padres es una experiencia dolorosa que transforma la vida del adulto, que se transforma en huérfano. La palabra profesional sobre el proceso de duelo, y las estrategias para transitar esta difícil etapa.
La orfandad es una vivencia que muchas personas asocian con la niñez, pero para los adultos, ser huérfanos en la niñez, es decir perder a los padres puede ser igualmente devastador. La muerte de un progenitor marca un antes y un después, desatando una serie de emociones complejas que pueden afectar profundamente la vida del adulto.
“La orfandad no sólo implica la pérdida de una figura parental, sino también de una red de apoyo emocional que, en muchos casos, ha estado presente durante toda la vida”, apunta la psicóloga Noelia Centeno.
-¿Cómo se transita ese golpe?
El impacto de esta pérdida es multifacético. En primer lugar, los adultos huérfanos suelen enfrentarse a una sensación de vacío. Los padres, además de ser cuidadores, son referentes de identidad y seguridad. La muerte de uno o ambos padres puede llevar a una crisis de identidad, donde el adulto se pregunta quién es sin esa figura en su vida. Esta búsqueda de sentido se puede volver confusa, y muchas personas se sienten perdidas, como si parte de su historia se hubiera desvanecido.
-¿Perjudica aún más la situación el hecho de aislarse?
La orfandad puede acentuar sentimientos de soledad y aislamiento. Muchos adultos consideran que sus amigos o parejas no pueden comprender completamente la magnitud de su pérdida, lo que puede llevar a un distanciamiento social. La necesidad de compartir el duelo y las emociones asociadas con la pérdida se convierte en un desafío, y muchas veces, el duelo se vive en silencio. Este aislamiento puede intensificar el sufrimiento emocional y complicar el proceso de recuperación.
-¿Cómo se puede transitar de la mejor manera?
El duelo, en sí mismo, es un proceso personal y único. No existe una forma “correcta” de vivirlo, y las personas pueden experimentar una variedad de emociones: tristeza, rabia, culpa, e incluso alivio. Es común que los adultos huérfanos se enfrenten a una montaña rusa emocional, donde los momentos de profunda tristeza pueden alternarse con momentos de nostalgia o gratitud por los recuerdos compartidos.
Para transitar el duelo de manera más saludable, es fundamental permitirse sentir. Reconocer y validar las emociones es el primer paso para sanar. Hablar sobre la pérdida, ya sea con amigos, familiares o un profesional de la salud mental, puede ayudar a procesar lo sucedido. La terapia puede ser un espacio seguro donde explorar los sentimientos, entender la propia historia familiar y aprender a vivir con la ausencia.
El valor de los rituales
Además, crear rituales en honor a los padres fallecidos puede ser un camino útil para enfrentar el duelo. Celebrar su vida, recordar anécdotas o realizar actividades que ellos disfrutaban puede ayudar a mantener viva su memoria. Estos rituales no solo son una forma de honrar a los padres, sino que también ofrecen una oportunidad para conectar con las propias emociones y darles un lugar en la vida cotidiana.
“La búsqueda de apoyo en grupos de duelo también puede ser beneficiosa. Compartir experiencias con otros que han pasado por situaciones similares permite sentir una conexión y reduce el sentimiento de soledad. La comprensión mutua puede ser un alivio en momentos de desolación”, aconsejó Centeno.
-¿Hay plazos para este tipo de duelo para no pasar a lo patológico?
Es importante recordar que el duelo no tiene un plazo definido. Cada persona se adapta a la pérdida a su propio ritmo. Algunos días serán más difíciles que otros, y es fundamental ser compasivos con uno mismo durante este proceso. La integración de la pérdida en la vida cotidiana es un viaje que requiere tiempo y paciencia.
Por otro lado, es común que la orfandad en la adultez también lleve a la reflexión sobre la propia vida. La muerte de un padre puede motivar a los adultos a reevaluar sus prioridades y relaciones, promoviendo un mayor enfoque en lo que realmente importa. Algunas personas descubren un nuevo sentido de urgencia para vivir plenamente, estableciendo conexiones más profundas con aquellos que les rodean o incluso tomando decisiones audaces que antes no se atrevían a considerar.
“Ser huérfano en la adultez es una experiencia que conlleva una serie de desafíos emocionales profundos. Sin embargo, a través de la aceptación de las emociones, el establecimiento de rituales y la búsqueda de apoyo, es posible encontrar un camino hacia la sanación. La memoria de los padres nunca se pierde; se transforma, integrándose en la historia personal de cada individuo, y puede ser un pilar de fuerza en la vida que continúa”, concluyó la profesional.
La psicóloga estuvo en Cada Día, ¡mirá la nota!