Várices y postura, una conexión silenciosa: ¿en qué pueden influir?

Várices y postura, una conexión silenciosa: ¿en qué pueden influir?

Las várices, esas venas dilatadas y tortuosas, son un problema común. Aunque los factores genéticos y hormonales juegan un papel importante, las malas posturas y los hábitos posturales, pueden ser un factor silencioso que contribuye a su aparición y empeoramiento.

Las várices son venas superficiales de las piernas que se han dilatado y retorcido, haciéndose visibles bajo la piel. Esta condición, también conocida como insuficiencia venosa, ocurre cuando las válvulas unidireccionales dentro de las venas se debilitan o dañan, impidiendo que la sangre fluya eficientemente hacia el corazón. Como resultado, la sangre se acumula en las venas, aumentando la presión y provocando su dilatación. Si bien la predisposición genética, los cambios hormonales (como durante el embarazo), el envejecimiento y la obesidad son causas conocidas, la influencia de nuestras posturas diarias a menudo pasa desapercibida.

Pero cabe preguntarse ¿cómo las malas posturas afectan nuestras venas?

Según Pablo Valdivieso, kinesiólogo, “mantener posturas incorrectas durante períodos prolongados puede ejercer una presión adicional sobre las venas de las piernas, dificultando el retorno venoso y favoreciendo la aparición o el agravamiento de las várices. Ciertas posturas pueden impactar negativamente”. Según el profesional algunas de ellas son:

  • Estar de pie por mucho tiempo: La gravedad dificulta el retorno de la sangre desde las piernas hacia el corazón. Mantenerse de pie durante horas sin movimiento obliga a las venas a trabajar más para bombear la sangre contra la gravedad, aumentando la presión en sus paredes y debilitando las válvulas con el tiempo. Más con taco alto.
  • Sentarse por períodos prolongados: Estar sentado durante mucho tiempo, especialmente con las piernas cruzadas o flexionadas, comprime las venas de la única y las piernas, dificultando la circulación sanguínea. Esta restricción puede llevar a la acumulación de sangre en las venas superficiales.
  • Posturas al dormir: Aunque menos directo, dormir con las piernas flexionadas o sobre el lado que presiona directamente las venas de las piernas puede dificultar el flujo sanguíneo durante la noche.
  • Mala mecánica corporal al caminar o levantar peso: No mantener una postura erguida, no alinear correctamente los pies o levantar peso de forma incorrecta puede ejercer una tensión innecesaria en las venas de las piernas.

Síntomas de las várices: más que una cuestión estética

“Las várices no son solo un problema estético; pueden causar una variedad de síntomas incómodos, que según Valdivieso incluyen:

  • Sensación de pesadez y cansancio en las piernas.
  • Dolor, ardor o sensación pulsante.
  • Hinchazón en tobillos y pies.
  • Calambres musculares, especialmente por la noche.
  • Picazón alrededor de las venas afectadas.
  • Cambios en el color de la piel alrededor de las várices.
  • En casos avanzados, pueden aparecer úlceras cutáneas.

Tratamientos para las várices: abordando el problema

El tratamiento para las várices varía según la gravedad de la condición y los síntomas. Algunas opciones incluyen:

  • Medios de compresión: Ayudan a mejorar la circulación y reducir la insuficiencia.
  • Escleroterapia: Se inyecta una solución en las venas varicosas para cerrarlas.
  • Tratamiento con láser o radiofrecuencia: Utilizan calor para cerrar las venas afectadas.
  • Flebectomía ambulatoria: Se extraen las venas varicosas más pequeñas a través de pequeñas incisiones.
  • Ligadura y extirpación venosa: Un procedimiento quirúrgico para remover venas más grandes.

La importancia de la postura para visualizar el empeoramiento

“Los tacos altos, el jean ajustado en la ingle todos los días complica a las venas, cruzarse de piernas, son algunas de las malas opciones que no permiten el ordeñe vascular”, apunta Valdivieso.

“Prestar atención a nuestra postura diaria es crucial no solo para prevenir la aparición de várices, sino también para evitar que las existentes empeoren. Visualizar cómo ciertas posturas pueden ejercer presión sobre las venas nos ayuda a tomar conciencia ya modificar nuestros hábitos. Por ejemplo, imaginar la sangre acumulándose en las piernas al estar de pie inmóvil durante horas puede motivarnos a realizar pausas activas y movernos. Del mismo modo, visualizar la compresión de las venas al sentarnos con las piernas cruzadas puede impulsarnos a mantener una postura más erguida con los pies apoyados en el suelo o ligeramente elevados.

Consejos para mejorar la postura y cuidar tus venas

  • Realizá pausas activas: Si trabajás de pie o sentado por largos períodos, levantate y caminá o estirate cada 20-30 minutos.
  • Elevá las piernas: Cuando descanses, elevá las piernas por encima del nivel del corazón para facilitar el retorno venoso.
  • Mantené una buena postura: Al estar de pie o caminar, mantené la espalda recta, los hombros hacia atrás y el abdomen contraído.
  • Evitá cruzar las piernas: Esta postura dificulta la circulación.
  • Utilizá calzado cómodo: Evitá los tacos altos y la ropa ajustada que puedan dificultar la circulación.
  • Realizá ejercicio regularmente: La actividad física, especialmente caminar, nadar o andar en bicicleta, mejora la circulación sanguínea.
  • Controlá tu peso: El sobrepeso y la obesidad aumentan la presión sobre las venas de las piernas.

Si bien la genética y otros factores no se pueden modificar, tomar conciencia de nuestros hábitos posturales y adoptar medidas para mejorar nuestra postura diaria puede ser una estrategia valiosa para prevenir la aparición de várices y aliviar los síntomas en quienes ya las padecen. Consultar con un especialista vascular es fundamental para obtener un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento adecuado.

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