Una producción argentina, nuevamente, como TT de las redes y en boca del país y del mundo entero. Un estreno esperado que cuestiona las políticas culturales del gobierno nacional en cuanto al incentivo a la industria audiovisual argentina.
Este 30 de abril una de las plataformas audiovisuales con más usuarios en todo el planeta estrenó una serie argentina, El Eternauta. En tan sólo 48 horas se convirtió en el producto audiovisual más visto en todo el continente y sigue sumando adeptos de todas partes del globo. Las críticas son favorables, y quienes entienden de producción audiovisual destacan que, sin una historia de cine nacional como la que se tenía en Argentina, lograr semejante calidad no hubiera sido posible. Esto, a su vez, cuestiona duramente la política cultural de ajuste brutal que el gobierno de Javier Milei lleva a cabo en el área.
Se trata de la esperada adaptación de la icónica historieta creada por Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, publicada por entregas a fines de los años 50 en la revista Hora Cero y consagrada con el tiempo como una de las novelas gráficas más influyentes de la ciencia ficción.
No es una traducción literal del papel a la pantalla: es una relectura contemporánea, ambientada en el presente, que respeta la esencia moral y política del original. Como explicó el director: “Crear una versión contemporánea fue una decisión muy meditada. […] Retroceder en el tiempo no hubiese respetado el espíritu original”.
La serie transcurre en la Argentina actual, durante una sofocante noche de verano en Buenos Aires, cuando una nevada mortal comienza a caer y transforma todo para siempre.
Juan Salvo, el Eternauta, no es un superhéroe. Vive en Vicente López y juega al truco con sus amigos cuando comienza la invasión. “El héroe no lleva capa, sino un traje improvisado”, recuerda Time Out, y añade: “El apocalipsis empieza en la vereda de tu casa”.
Y a Juan le da vida Ricardo Darín, quien acompañado de actores consagrados como Carla Peterson, Andrea Pietra y César Troncoso, ellos; junto a un guión de alta gama, y un equipo técnico que sin toda la historia argentina del cine y al televisión detrás no hubiesen logrado que este producto nacional hoy sea lo más visto de la plataforma que empieza con N.
Y mientras aquel personaje buscaba sobrevivir en soledad en una isla desierta, Juan Salvo, el protagonista de El Eternauta, se enfrenta a un mundo en guerra, hostil y devastado, pero lo hace acompañado. La supervivencia, entonces, no es individual: Oesterheld propone una visión más humana, en la que el valor reside en la solidaridad, el trabajo en equipo y el sacrificio colectivo.
Entonces, se puede decir que El Eternauta no es solo Juan Salvo, sino cada persona que resiste, que se mantiene en pie ante lo desconocido, que lucha junto a otros frente a la opresión o la catástrofe. En esa figura del viajero eterno, que atraviesa tormentas de nieve mortal y batallas imposibles, se presenta también una metáfora de la resistencia argentina, de quienes avanzan incluso cuando el futuro parece incierto.
Y es acá, entonces, que quienes toman decisiones sobre qué se apoya desde el Estado, que somos todos, a nivel cultural, a qué se destina o no dinero, y deberían, al menos, re-evaluar algunas de las últimas resoluciones que se han tomado, para no afectar el crecimiento y el desarrollo de la exquisita historia de desarrollo cinematográfico y audiovisual del país.