Dormir poco y mal: ¿Es comparable con estar alcoholizado?

Dormir poco y mal: ¿Es comparable con estar alcoholizado?

Salud

Estudios revelan que la falta de sueño prolongado induce efectos cognitivos y motores comparables a la intoxicación alcohólica, demostrando el impacto crítico del descanso, en nuestra capacidad funcional y bienestar general.

En la vorágine de la vida moderna, donde las exigencias laborales, sociales y personales a menudo nos empujan a sacrificar horas de descanso, una creciente evidencia científica revela un paralelismo alarmante entre la privación de sueño y los efectos del alcohol. Según precisó la neuróloga Celia Daraio “investigaciones recientes han demostrado que permanecer despierto durante más de 16 horas consecutivas puede deteriorar nuestras capacidades cognitivas y motoras, en un grado similar al de tener un nivel de alcohol en sangre dentro de los límites para conducir legales en muchos países. Esta analogía, lejos de ser una mera curiosidad, subraya la importancia fundamental del sueño para mantener un rendimiento óptimo y preservar nuestra salud integral”.

-¿Cómo se realizó esta prueba?

“Los estudios que respaldan esta preocupante conexión a menudo utilizan simuladores de conducción o tareas cognitivas complejas para evaluar el impacto de la falta de sueño. Los resultados son consistentes: individuos privados de sueño durante períodos prolongados exhiben una disminución significativa en su tiempo de reacción, su capacidad de concentración, su juicio y su memoria de trabajo. Estas deficiencias son notables similares a las que experimenta una persona bajo los efectos del alcohol, lo que explica por qué la somnolencia al volante es una causa importante de accidentes de tránsito”.

La analogía con el alcohol no es casual. Ambos estados, la privación de sueño y la intoxicación etílica, afectan áreas similares del cerebro responsable de la atención, la toma de decisiones y la coordinación motora. La falta de descanso adecuado altera la comunicación entre las neuronas, ralentizando los procesos mentales y dificultando la ejecución de tareas que requieren agilidad y precisión. Esta merma en la función cognitiva y motora no se limita a situaciones de alto riesgo como la conducción; también impacta en el rendimiento laboral, académico y en la capacidad para llevar a cabo actividades cotidianas de manera eficiente y segura.

“Más allá de los efectos inmediatos en el rendimiento, la privación crónica de sueño conlleva una serie de consecuencias negativas para la salud a largo plazo. La falta de descanso adecuado se ha asociado con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, obesidad, trastornos del estado de ánimo como la depresión y la ansiedad, y un debilitamiento del sistema inmunológico. Estas complicaciones subrayan que el sueño no es un lujo prescindible, sino una necesidad biológica fundamental para mantener el equilibrio físico y mental”, detalló la profesional.

Dormir menos, para producir más

La cultura actual, a menudo impulsada por la productividad y la disponibilidad constante, tiende a minimizar la importancia del sueño. Se glorifica el “dormir poco para lograr más”, sin considerar el costo oculto que esta práctica tiene para nuestra salud y nuestro rendimiento a largo plazo. Es crucial desmitificar esta noción y reconocer que el descanso adecuado no es una señal de pereza, sino una inversión esencial en nuestro bienestar y nuestra capacidad para funcionar de manera óptima.

Frente a esta realidad, es imperativo tomar medidas para priorizar el sueño en nuestras vidas. Establecer horarios de sueño regulares, crear un ambiente propicio para el descanso, evitar la exposición a pantallas antes de dormir y practicar técnicas de relajación pueden contribuir a mejorar la calidad y la cantidad de nuestro sueño. Reconocer las señales de fatiga y no subestimar los efectos de la privación de sueño es el primer paso para evitar las consecuencias negativas que conlleva.

“La evidencia científica es clara: dormir poco tiene efectos perjudiciales comparables a los de la intoxicación alcohólica, afectando significativamente nuestro rendimiento cognitivo y motor. Ignorar la necesidad de un descanso adecuado no solo compromete nuestra capacidad para funcionar de manera segura y eficiente en el día a día, sino que también aumenta el riesgo de desarrollar graves problemas de salud a largo plazo. Es hora de darle al sueño la importancia que merece y reconocerlo como un pilar fundamental de nuestra salud y bienestar integral. Priorizar el descanso no es un signo de debilidad, sino una decisión inteligente para vivir una vida más plena, saludable y productiva”, concluyó Daraio.

La profesional estuvo en Cada Tarde, mirá la nota