“Hace mucho calor, mejor mañana”, “dicen que se viene lluvia, “dejémoslo para la tarde”, “mejor después, ahora tengo mil cosas que terminar…”. Podemos sumar tantas “medias verdades” acerca de por qué no hacemos ejercicio que nos sorprenderíamos con el resultado. Hablamos de medias verdadees porque siempre tenemos “cosas que hacer” en parte porque es la mejor excusa sobre la cual descansar cuando la voluntad no quiere dar tregua, y en parte porque si al cerebro le damos esa orden, es suficiente para hacernos creer que “no es e momento”, “ni el lugar”, ni lo que realmente necesitamos. ¿Por qué solemos parar sin enfermamos? sólo ahí y con alguna afección cuando el cuerpo pide gancho encontramos el elñixir del tiempo, que “sí estaba”.

 La ilógica humana de llegar a tocar fondo para ver a la actividad física como un todo, un “envase” que debe cuidarse y nos lleva por esta vida en la manera en que la tratemos (sacando aquello sobre lo que no tenemos control) resula muchas veces inadmisible. El cambio es profundo porque para darle lugar, debe partir no de la cáscara “quiero que mi cuerpo luzca esbelto, musculoso, grande…sino de brindarnos salud, fuerza, hormonas de la felicidad…todo junto. Y eso en definitiva implica paciencia, organización y realmentre decidir si se desea a largo plazo, un cuerpo para vivir, o sobrevivir.

Como apunta el médico deportólogo Pablo Gastaldi “el ejemplo no es la mejor manera de demostrar algo, sino la única. Hay que ser concientes de que vamos creando paradigmas en nuestra descendencia, amistades y lo que sea que nos rodee. Partir de esa base nos hace responsables”.

-¿Cómo no reseteamos?

Entendiendo que todos los días o meses al empezar algo va a ser incómodo: si no es el calor, será el frío, y si no es de noche, pues será de día o estaremos siempre cansados…como dice un seguidor “las excusas engordan”. Y no habla del engorde a nivel físico, vale decir ni juntar tejido adiposo anómalo, ni tampoco tener bajo peso. Ambos extremos son pésimos. Hay que aprovechar el empuje que nos pone el calendario, en donde enero desde lo mental es una página en blanco para comenzar.

Hay que entender al cuerpo como una nave espacial, nosotros estamos en un viaje, y depende hasta dónde cuidemos la nave y no la descuidemos, es realmente hasta dónde vamos a llegar. Por ello considero que enero es un lindo mes para empezar, y ponerse objetivos de mediano y largo plazo.

-¿Hay que dejar de ser cortoplacistas para tener éxito?

Total y absolutamente. Ponerse objetivos cortitos y que se acaben pronto sólo habla de esa mentalidad nuestra. De ahí que nos cansamos de nuestro trabajo, de nuestra profesión, de a lo que nos dedicamos, pareja o deporte. Somos amantes del “corto plazo” y eso hay que modificarlo. Queremos todo cambio ya.

-¿Cómo cambiar el chip?

Desde mi caso personal y profesional, ir a un psicólogo me ayudó muchísimo. Y si no podés económicamente hacerlo, meterte a internet buscando temas de couching gratuito es una herramienta más que válida. El orden primario es ordenar la cabeza, ponernos objetivos a mediano y largo plazo entendiendo que el cuerpo no muta. Luego organizar mi alacena y los alimentos de calidad de la misma, tener un horario protegido para entrenar, para el estrés, el cual si bien no podemos evitarlo, sí podemos desarrollar zonas anti estrés en tu vida: por ejemplo dar un paseo por el parque, lo que le llamo baños de bosque, dos o tres veces a la semana dar la vuelta al parque; una vez a la semana meterte a la naturaleza, empezar a trabajar la fuerza en el gimnasio, caminar con onbejtivos de pasos diarios…en fin hay mucho bueno que puedo hacer y generar desde mi cabeza a mi cuerpo, grandes cambios de hábitos.

Que enero sea un preámbulo en donde me organizo, saco los turnos que necesito y armo un plan para mi microempresa que en realidad soy yo mismo. De verdad, las oportunidades para ese cambio están en nosotros mismos. No hay que dudar al respecto porque es así literal.

Baños de bosque: ¿Qué son?

El baño de bosque, también conocido como Shinrin Yoku, es una práctica que consiste en pasar tiempo en el bosque, con el objetivo de mejorar la salud, el bienestar y la felicidad. El término viene de su principio más importante: es beneficioso bañarse y sumergirse en la atmósfera del bosque. 

Se trata de una actividad procedente de Japón con gran tradición en diferentes culturas del mundo que invita a curar espiritualmente a las personas que lo practican. Precisamente, su componente espiritual es básico.

En realidad, el bosque no es el único espacio donde se puede realizar, sino que cualquier espacio natural y abierto puede servir. Hay muchas actividades que se pueden realizar en estos lugares mientras se pasea por ellos que pueden beneficiar a la persona. Es importante en todas ellas escuchar, estar tranquilo, aceptar y reconocer la presencia propia y dejar que los sentidos sientan y disfruten de lo que hay a su alrededor.