Policiales

“¡No cierres los ojos, por favor!", le pedía a su hermano de 13 años acribillado en Rosario

“No me puedo sacar esa imagen de encima, me persigue", contó Javier, de 16 años, que corrió hasta donde estaba su hermano y le tapó la herida en el pecho.

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Redacción ElNueve.com
9 de agosto de 2022 | 20:05

En lo que va del 2022, ya son 19 los menores asesinados en Rosario en crímenes relacionados, presuntamente, al narcotráfico. El de Lucas Giovanni Vega Caballero, un nene de 13 años, fue el número 18. El lunes 1 de agosto murió de un tiro en el pecho al quedar en medio de una balacera tras recibir un tiro en el pecho en la puerta de su casa en el barrio Fisherton. 

Lucas y Javier terminaron de cenar ese lunes y le pidieron permiso a su mamá para salir a la vereda un ratito porque estaban unos amigos suyos. Salieron y no pasó ni un minuto y se escucharon los disparos. Luego, fue todo corridas, angustia, gritos y desesperación. Unos tipos pasaron en un auto y dispararon sin reparar que en el medio había menores. 

Lucas recibió un tiro en el pecho y poco después murió. A una semana del traumático episodio, su hermano Javier, de 16 años, habló con Diario Clarín y contó: “No me puedo sacar esa imagen de encima, me persigue. Sueño con mi hermanito, tengo pesadillas con los disparos y me despierto agitado". 

Javier contó que salieron a la vereda y "creo que pasaron veinte segundos, cuando desde la ventanilla trasera de un auto blanco vi un tipo con un revólver. Pasaba muy despacito, lo seguí con la mirada, al toque asomó el revólver y empezaron los tiros", contó.

Lo que vivió este menor es desesperante. "Me escondí en un paredoncito. Lo vi a Lucas correr medio desesperado, alcancé a gritarle, creo que ‘tirate al piso’ o algo así, pero siguió corriendo unos treinta metros". 

Javier corrió a buscar a Lucas que acababa de caer el suelo. "Los tiros seguían y yo no me había dado cuenta de que me habían lastimado la pierna", agregó. 

"Me tiré encima de su cuerpo, intentando protegerlo... Lo miré, pestañeaba mucho, le grité, le moví los brazos, tapé la herida en el pecho, sangraba un montón... ‘¡Luqui, hermanito, no cierres los ojos, aguantá, por favor aguantá, que ya viene papá!’. Él me miraba, estiró los brazos, cerraba los ojos, no podía sostener la mirada”, recordó en medio de un profundo dolor. 

El padre de Lucas y Javier los cargó en el auto y salieron al hospital. Ellos dos iban en la parte de atrás. "Yo le hablaba a Luquitas, pero ya no reaccionaba, para mí ya estaba muerto, pero le seguíamos apretando el pechito”, dijo. 

"Acá las muertes seguirán, si no se hace nada. En la cuadra hay un miedo general. Nadie se anima a pisar la vereda, esto es un territorio en guerra", reflexionó.

Y cerró: "Hace una semana asesinaron los sueños de mi hermanito". 

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