Desesperación

Zona de catástrofe en Corrientes: vecinos se suman a brigadistas para combatir el fuego

Trabajadores rurales, pequeños productores y personas de las localidades afectadas se organizan comunitariamente para combatir las llamas que amenazan pasturas, ganado y forestaciones.

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Redacción ElNueve.com
19 de febrero de 2022 | 18:53

Chacareros que cargan tanques de agua en la caja de sus camionetas, peones que remueven brasas con sus herramientas de trabajo y gauchos que se adentran en los pastizales con un balde de agua al hombro para intentar frenar el avance del fuego en el norte de Corrientes son algunas escenas que se repiten a la vera de las rutas 12 y 118 y en la mayoría de los poblados en torno al humedal de los Esteros del Iberá.

También hay vecinas que cooperan para arriar ganado y protegerlo del fuego que con múltiples focos ya consumió 785.000 hectáreas, el 9% de la superficie de la provincia de Corrientes, declarada ayer "zona de catástrofe ecológica y ambiental" por el gobernador Gustavo Valdés.

Los trabajadores rurales, pequeños productores y vecinos de las localidades afectadas por los incendios que llegaron al sur de Misiones, se organizan comunitariamente para combatir las llamas que amenazan pasturas, ganado y forestaciones.

Se trata de un complemento a la acción central de brigadistas de media docena de provincias y bomberos voluntarios que trabajan coordinados por una fuerza conjunta que integran los Ministerios de Ambiente y Defensa junto a las Fuerzas Armadas, con aviones hidrantes y helicópteros que detectan nuevos focos, y en la que participan las áreas de Defensa Civil de los municipios del norte correntino y equipos contratados por empresas que administran grandes forestaciones de coníferas.

A pesar del despliegue, la voracidad de las llamas y la velocidad con la que el viento multiplica nuevos focos ígneos hacen que cualquier esfuerzo parezca insuficiente, por lo que centenares de vecinos y trabajadores se organizaron en sus propias comunidades para tratar de proteger viviendas y producciones en las que invirtieron años de trabajo y todos sus recursos.

Al sur del campamento de las fuerzas nacionales ubicado sobre la ruta 118, dos focos de incendios avivados por el viento avanzaban en sentido a la vivienda de una familia de pequeños productores agropecuarios que intentaban detener las llamas con baldazos de agua y aplastando las brasas a chicotazos, mientras dos mujeres arriaban el ganado hacia un lugar seguro.

Cuando las llamas estaban a pocos metros de la casa llegó un grupo de vecinos que habían cargado en una camioneta un tanque de agua doméstico de 1.500 litros al que le habían conectado una manguera y con el que improvisaron una suerte de autobomba. Detrás de ellos arribaron a toda velocidad los brigadistas de la provincia de Córdoba alertados de la situación por un hombre que corrió a la base coordinada por las carteras de Ambiente y Defensa.

La escena se completaba con varios vecinos que se internaban en los pastizales cargando baldes para intentar contener el avance de las llamas, mientras uno de ellos luchaba con una bomba y un generador para tratar de abastecerlos con el agua de un pozo lo más rápido posible.

"Siempre hubo incendios en esta zona, pero sólo los habitantes más antiguos recuerdan algún desastre que se parezca a este; muchas familias pueden perder la casa o peor, pueden perder el ganado, las forestaciones o producciones que les llevó mucho tiempo hacer crecer y un dinero del que el fuego no les va a devolver nada", dijo Jorge mientras intentaba hacer funcionar la bomba.

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