En Noruega existe una cárcel muy diferente a las que conocemos. Se trata de la Isla de Bastoy, que tiene dos kilómetros cuadrados y allí habitan unos 115 hombres que están acusados de cometer delitos como robo con violencia, violaciones e incluso asesinatos.
Este establecimiento es muy requerido por los presos, pero para ingresar deben cumplir con ciertos requisitos, como haber cumplido la mayor parte de su condena, ya que en la isla sólo se puede vivir por un máximo de 5 años, y demostrar que están dispuestos a trabajar en su reinserción.
Además, los presidiarios deben escribir una carta en la que expliquen los motivos por los que quieren cumplir su condena en Bastoy. Tom Eberhardt, director del penal, explicó que no importa qué delito hayan cometido, ya que “desde el momento en que pisan esta isla, el pasado ya no cuenta. Sólo existen el presente y el futuro”.
El sistema noruego cree más en la rehabilitación que en el castigo. Por lo que una vez dentro de la isla, los prisioneros se dedican a cuidar de vacas y caballos, criar aves y trabajar en la jardinería. También tienen derecho a estudiar, llamar a sus familiares, escuchar música y recibir visitas completamente a solas.
"Es realmente muy simple: trata a las personas como basura y serán basura. Tratalos como seres humanos y van a actuar como seres humanos", declaró Tom Eberhardt.
Cuando los presos consiguen la libertad, su incorporación a la sociedad es completa. "En Noruega, cuando estás en libertad, eres libre. No es un gran estigma. Un tipo que conozco pasó 18 años en prisión y ahora está viviendo en mi vecindario. A nadie le importa", sostuvo Eberhardt.
Por el momento, parece que este sistema está funcionando ya que las estadísticas indican que el 84% de los que han pasado por la isla no vuelven a delinquir. Según datos del Instituto Noruego de Criminología, la tasa de reincidencia es del 16%, mientras que en el resto de Europa la tasa promedio se sitúa en el 70/75%.
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