Curtis Collman era un niño de 8 años de Indiana, Estados Unidos, que sufrió un accidente fatal el 21 de junio por la negligencia de su padre.
Curtis fue a la cocina a la hora del desayuno, y vio una especie de dulces, de apariencia acristalada, que lucían sabrosos: era la Metanfetamina de su padre.
El niño consumió 180 veces la cantidad letal para una persona adulta, pensando que eran un cereal. Minutos después empezó a tener convulsiones, y murió en el acto.
El padre, Curtis Gilbert Collman, de 41 años, al ver la escena llamó a un amigo en vez del 911. Luego lo llevó a la casa de los abuelos del niño, pero ya era tarde.
“No volveré a la cárcel”, dijo el hombre, como argumento para evitar llamar a la policía.