Un argentino de 49 años fue detenido en Barcelona acusado de dejar morir a su novia, Susana Cortés de 42 años, después de que ella sufriera una bajada del azúcar por hipoglucemia.
La policía descubrió que no sólo evitó ayudarla cuando sufría hasta morir, sino que la filmó con su teléfono celular.
El 18 de junio pasado el hombre acudió a la comisaría de los Mossos d’Esquadra de Viladecans (Barcelona) para denunciar que su mujer estaba muerta en el suelo de su domicilio.
Cuando llegó la patrulla al hogar, encontraron a la mujer fallecida víctima de una hipoglucemia.
Aunque parecía una muerte natural, la policía decidió investigar el caso pues la actitud del argentino les llamó la atención, no sólo porque acudió a la Comisaría en lugar de llamar para solicitar ayuda, sino porque no quiso mostrarles el celular que tenía en la mano.
Además, como profesional de la salud, ya que se supo que es dentista, debería haber detectado los síntomas de la hipoglucemia, además de también ser diabético.
La autopsia reveló que la mujer también tenía golpes y contusiones compatibles con una agresión.
Pero la prueba final estaba en su celular: había filmado a su pareja sufriendo hasta su muerte.
“Según lo que nos dijeron los Mossos d’Esquadra, en los vídeos se ve a mi cuñada mal, que no habla bien, que se va deteriorando, pidiéndole una coca-cola [para subir el azúcar] y él no hace nada” contó Tatiana Sánchez, cuñada de la víctima al diario El País.
“Y también hay audios de ella de otros días donde lo deja claro: él le pregunta cómo está y ella le responde: “¿Cómo quieres que esté después de la paliza que me has dado?”.
Son 11 los videos que grabó de Susana agonizando. La mujer lo llamó alrededor de las 21 para pedirle ayuda y él concurrió a su casa, pero no la ayudó y la dejó agonizar por casi 8 horas.
El argentino, del cual se conoce sólo su nombre de pila, Mariano, conoció a Susana en un bar. Salieron cuatro meses y, según sus familiares, habían descontentos pero nadie sabía que sufría violencia de género.
Sin embargo, los vecinos y los trabajadores del bar que ella manejaba, conocían la violencia de Mariano y le vieron moretones en los brazos, en la espalda y en las costillas. Pero ella no reconocía las agresiones y ponía excusas.
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