(Por: Eva Rodríguez)
¿A quién no le ha pasado recibir críticas ajenas, poco constructivas? Aquí vamos a reflexionar sobre cómo podemos evitar que nos afecten los comentarios ajenos, el qué dirán y la opinión de los demás.
Somos seres sociales, queremos ser aceptados, amados, reconocidos. En cierta medida, el qué dirán nos afecta a todos. El problema es cuando la opinión de los demás pesa más que la propia por tener temor a ser desaprobados.
Es imposible gustarle a todo el mundo. Tenemos que aceptar que no le vamos a gustar a todos y eso es normal. Acá algunos consejos para poner un freno a lo que no queremos escuchar:
No permitirse que la opinión de los demás nos llegue. Esto tiene un costo emocional grande, generador de dudas, estrés, preguntas y derivaciones del camino que queríamos tomar. Hay personas muy críticas, a las que nunca se les escapa un elogio, como si hacerlo les restara valor a sí mismos.
No tomarlo personalmente. Lo que dice la otra persona tiene más que ver con la otra persona que con uno mismo. No tomar las cosas tan a pecho. Constantemente proyectamos en los demás, si esa persona tiene un mal día, no le gusta su vida, es muy posible que lo saque para afuera porque es la forma en la que lidiamos con el malestar cuando no lo podemos canalizar correctamente. La gente feliz no critica. La gente con baja autoestima sí.
No te defiendas. Cuando te defiendes estás diciendo a la otra persona “tus palabras tienen valor y peso, son de alguna manera verdad” entonces te respondo. Y mientras entramos en esa discusión te estoy dando la razón.
No contra-atacar: pensar que podés frenar una tormenta soplando aire es inútil. El ataque tuyo se transforma en una bola de nieve, porque la otra persona va a volver a contestar y ahora vos tendrás que contestar más fuerte. Se genera una escalada de violencia.
No hacer silencio. “Quien calla otorga”. No ignorar lo que está sucediendo, más bien tener preparadas algunas respuestas en el fondo de nuestra cabeza para dar en diversas situaciones.
Nadie te ve como SOS, vemos las cosas como SOMOS NOSOTROS MISMOS. Somos espejos unos de otros. Cuando te atacan es porque están manifestando incomodidad con algo que les ha tocado en su fibra íntima. ¡Y vale para nosotros también!