Carlos Correa es un ejemplo de que el esfuerzo tiene su recompensa y que los sueños se cumplen cuando la disciplina manda.
Durante años, Carlos se levantó a las 4.30 de la mañana para ir a trabajar como vendedor ambulante por las calles de Salta, luego de haber postergado su sueño de ser abogado. Había empezado la carrera en Tucumán, pero tuvo que dejarla.
Ahora, a sus 51 años, logró recibirse de abogado. Carlos es separado y vive con sus dos hijos, de 9 y 11 años, que dicen que su papá es el orgullo más grande que tienen.
Durante años, Carlos se levantó a las 04.30 para estudiar antes de que le tocara preparar a los chiquitos para llevarlos al colegio.
“El título ahora me va a servir para ponerlo en el Currículum y poder conseguir un trabajo en blanco", dijo el flamante letrado.
Y dejó un mensaje esperanzador: "Nunca hay que bajar los brazos. Soy creyente y sé que Dios me ayudó muchísimo. Por supuesto yo hice mi parte y me esforcé un montón".