#Psicología

Síndrome del impostor: ¿Qué ves cuando te ves?

A veces no hay peor enemigo que uno mismo, eso es seguro. Desde la psicología esto se aprecia con esta alteración emocional que deja huellas en estadíos tempranos de la infancia, pero que puede surgir más tarde, con su peor cara. ¿Qué es y cómo tratarlo?

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Redacción ElNueve.com
2 de agosto de 2021 | 13:23

"Gracias, pero fue suerte", "Tengo que pensarlo, no sé si estoy preparada", "¿En serio te gustó el informe? ¿No le faltaba algo más?". Si algo te hace eco en esa cajita hermosa de resonancia llamada corazón (ligado aquí al sentido emocional) entre otros aspectos de personalidad que ya desarrollaremos, implica que sufrís el denominado "Síndrome del impostor".

Tranquilo/a que no se trata de un "otro" que viene a dañarte, sino un aspecto más silente (no menos peligroso) que deviene de las entrañas mismas de tu emocionalidad: lo que pensás de vos, de tu capacidad (a  la cual por cierto la considerás poco suficiente), lo que te decís a diario y lo que pensás de vos misma/o, en donde el resultado se vincula de forma permanente con el autoboicot.

¿Lo peor de todo? Quienes padecen este síndrome son personas muy capaces, exitosas en lo que hacen, pero con una autoimagen propia y del resto que las hace tambalear. Incluso aunque el resto del mundo y sobre todo los hechos, demuestren lo contrario.

El espejo tiene dos caras

Una carrera profesional exitosa, logros académicos, elogios y, a pesar de todo, la persona con el denominado "síndrome del impostor", no puede verlo. Sigue pensando que todo se debe a una serie de "golpes de buena suerte", que pueden desaparecer en cualquier momento.

Este trastorno es más habitual de lo que parece: De hecho siete de cada 10 personas lo han sufrido alguna vez en su vida, según la doctora Valerie Young.
"Millones de mujeres y hombres en todo mundo, desde exitosos directivos de empresas, hasta brillantes estudiantes o actrices, como Kate Winslet, están secretamente preocupados por no ser tan capaces como todos creen", asegura Young.

"Tienen la sensación de no estar nunca a la altura; de no ser lo suficientemente buenos, competentes o capaces; de ser impostores, un fraude", argumenta la especialista.

En el ámbito laboral no corren riesgos ni se atreven a pedir un ascenso porque tienen miedo de no estar a la altura, así que trabajan por debajo de su potencial. Además aumentan sus niveles de estrés y afectan a su productividad porque a menudo postergan tareas o bien trabajan demasiado duro para justificar que su éxito, se debe al duro trabajo y no a su talento.

Cuidado, impostor al acecho

La neuropsicología Cecilia Ortiz explica: "La característica central de este tipo de cuadros, es que no es un trastorno mental, sino una alteración emocional. Esto es importante sobre todo a la hora del diagnóstico, ya que no está tipificado como un trastorno mental, pero sí como una alteración en el nivel de las emociones. Se lo denomina 'síndrome' porque es un conjunto de síntomas que uno ve".

-¿En qué consiste el cuadro?

"El mismo gira alrededor de las dudas acerca de 'mi propia habilidad'. Es decir si el sujeto es capaz de haber logrado eso que logró. Son personas que en general leen sus éxitos como algo que ha devenido de la suerte, o por el hecho de haber estado en el lugar adecuado. Tienen una enorme dificultad para hacerse valer y para (de alguna manera) reconocer su esfuerzo personal. Son personas que tienen un significativo miedo al fracaso. Además tienen expextativas muy altas en la vida, pero muy bajas acerca de su accionar".

-¿Aunque sean personas exitosas?

"Totalmente. Son sujetos que han recogido muchos éxitos en diversas áreas porque tienen expectativas altas y la capacidad también, pero los trastoca no creer en esa capacidad que sí poseen".

-¿Qué hay en la base de este tipo de personas?

"Primero que nada, muy baja autoestima y autoeficacia. Esta última implica una confusión en cuanto al autoconcepto y ansiedad social en cuanto a que están hípervigilantes o híperatentas a la evaluación que los demás hacen de ellas".

-¿Qué genera esa autoimagen?

-En general es algo que les ha pasado en la niñez, con mensajes del estilo de 'vos no vas a poder', 'aquello es imposible que lo logres', 'no sos lo suficientemente bueno para', entonces si bien la persona tiene la capacidad porque los hechos lo demuestran, estas creencias arraigadas en el tiempo los autolimitan. En definitiva terminan autoboicoteándose".

-¿Qué características de personalidad tienen?

"Son híperexigentes, muy perfeccionistas, con un tremendo miedo a fracasar, por ello les cuesta muchísimo tomar decisiones o enfrentar nuevos retos. Por eso, si se les presenta la posibilidad de decidir si toman (o no) un ascenso, por ejemplo, lo tienen que consultar porque no saben si van a poder tomar la decisión por sí mismas. Son personas que no saben si van a poder, ya que siempre dudan de su capacidad, aunque por lógica si se les está ofreciendo un ascenso es porque lo merecen.

Viven además con un monto un importante de ansiedad y angustia, además estrés. Se suma que se cuestionan todo el tiempo si realmente están preparadas, por eso siempre están haciendo cursos y estudiando, ya que desde su mirada, nunca es suficiente lo que puedan hacer".

-¿Cómo se los puede ayudar?

El abordaje principal se centra en el trabajo de la autoestima, para que comiencen a reconocerse y premiarse. Yo les hago trabajar con una técnica muy enriquecedora que consiste en llevar una especie de diario que implica anotar por día las cosas que logró, ya que son pacientes que en general tienden a evaluar negativamente sus logros o a enfocarse en lo negativo, lo que no logran. Por ello visualizar por día dos cosas que hayan logrado es importante. Además tienen que trabajar en bajar los niveles de autoexigencia. Algo complejo pero posible.

También suelo hacer una serie de preguntas con las que suelo trabajar con este tipo de pacientes que son muy enriquecedoras. Una es '¿Sentís que te merecés lo que has logrado en la vida?', y la otra es: '¿Te avergonzás cuando alguien te halaga o te felicita por tus logros'? Son dos disparadores claros que ayudan a discriminar si se tiene algún rasgo de este síndrome".

Trabajar en la autoestima, con una guía profesional apropiada y poder ver la otra cara del espejo, para poder contarnos otro relato diferente del que nos convencimos, forman parte del cambio de un camino enriquecedor.

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