(Por Eva Rodríguez)
¿Te gusta la vida que tenés, te gusta como vivís, tu cuerpo está a gusto y te envía señales de paz interna, dormís bien, tenés salud, gozas de la vida? ¿Cosechas resultados que te hablan de abundancia en tu vida, sos feliz?
Esta nota está dirigida a aquellas personas que están buscando claves para vivir en armonía y plenitud y ya se han cansado de buscar respuestas afuera y están listos para comenzar a mirar hacia adentro. El camino de este encuentro hacia el interior será largo y muchas veces sinuoso, por momentos difuso o confuso, pero con seguridad más gratificante y enriquecedor que el camino de buscar la felicidad afuera de tu propio ser.
En la nota de hoy hablaremos de la aceptación de todo como camino hacia la felicidad.
El ser humano tiene un verdadero y auténtico llamado hacia la felicidad. Estamos llamados a “ser felices”, deseamos y buscamos la felicidad. En diferentes culturas, en diferentes etnias, en diferentes tiempos históricos la mayoría de las personas entiende que está en el mundo para ser feliz. Cómo sea que cada persona entienda a este gran concepto de la felicidad.
Sin embargo, en infinidad de situaciones en la vida nos encontramos sufriendo. Y sufrir es antagónico a la felicidad. No piensen que para ser feliz hay que vivir en un mundo color de rosas, donde todo es mágico. No. En la vida existe el dolor, la tensión, el malestar, la incomodidad. Todas estas tonalidades son parte natural de la vida, y vienen incluidas en el combo de buscar la felicidad. Sin embargo, el camino del sufrimiento es opcional. Sufrir es perpetuar el dolor o la tensión y volverlo un estilo de vida. Vivir a través del victimismo, de la exigencia, de la insatisfacción… y por ende vivir sufriendo.
Llega un punto en la vida de muchas personas, y seguramente ese será tu caso si estás leyendo esto, donde sencillamente nos cansamos de vivir sufriendo y entendemos que “ya no necesito sufrir más”. Que necesito volver a aprender a vivir para tener otro tipo de experiencia vital, llena de goce interior, con calma, con paz, con gratitud, con abundancia.
Vas a tener que cambiar, sí. Pero lo que debe cambiar está adentro tuyo. Vas a tener que dejar de luchar contra la realidad, luchar contra la realidad es no aceptarla, es querer cambiarla, es sufrir porque las cosas no son como yo necesito que sean y no me gusta o no me queda cómodo. Por ejemplo, "a mí me gustaría que mi pareja me hablara diferente, o que no tuviera hijos de un matrimonio anterior o que mi infancia hubiera sido diferente".
Para dejar de pelear con la realidad va a ser necesario que cuestiones tu sistema de creencias. ¿Cuál es nuestro sistema de creencias? Somos todos parte de esta sociedad y compartimos los mismos valores: la felicidad es extrínseca, está afuera, hay que correr y perseguir algo que no tenemos para que cuando agotados lo alcancemos podemos vivir en plenitud (¿pero no dijimos que ya teníamos la plenitud adentro?), y en el camino nos hemos deteriorado. Y esto es porque vivimos en la era de la insatisfacción: No está bien ser como sos, no sos suficiente, no sos perfecta, siempre falta algo, nada es nunca suficientemente perfecto… En este sistema de creencias hemos educado a nuestra mente para que forme constantemente ideas insatisfechas sobre como
deberían ser las cosas.
El tema es que en lugar de querer cambiar la forma de pensar y el sistema de creencias, queremos cambiar LA REALIDAD… a la gente a nuestro alrededor, los problemas del mundo, las circunstancias que nos tocan.
El día más importante de tu vida es el día que te das cuenta de que todo cambia si vos cambiás.
Que toda tu felicidad, tu plenitud y tu verdadera experiencia vital están adentro tuyo. Que no necesitas cambiar nada para vivir y estar en un estado de felicidad.
La realidad es neutra, pero ¿Qué es la realidad? La realidad es donde yo estoy aquí y ahora.
La realidad es donde operan mis sentidos físicos. Es donde yo puedo actuar. Típicamente, vivimos en el limbo, vivimos en una realidad que nuestra mente proyecta en forma de pensamientos, recuerdos y recordatorios que no es donde yo estoy. La mayoría de la gente no come cuando come, no maneja cuando maneja, no hace el amor cuando hace el amor. Están en su “limbo”.
Estamos en una realidad parcial, porque vivimos en las nubes con nuestros pensamientos. Y cuando conectamos con la realidad estamos criticando, mejor, peor, más rápido, más lento, no es lo que yo quería… entonces tampoco tomamos a la realidad aceptándola, sin criticarla.
Todo el sufrimiento está en la mente, no está en lo que pasa, no está en la realidad. La realidad no nos afecta, nosotros nos afectamos cuando interactuamos con la realidad. Es el significado, es la interpretación que le damos en nuestra mente.
Si querés dejar de sufrir dejá de observar la realidad, empezá a observar tu mente interpretando la realidad. Deja de intentar cambiar lo que pasa, empezá a cambiar tu cabeza cuando interactúas con lo que pasa.
¿Cuál es el cuento que me cuento sobre esa realidad que me pasa? ¿Un cuento lleno de insatisfacción? “Podría haber sido mejor, podría ser diferente”. La realidad es neutra, pero mis pensamientos no, la realidad no es ni buena ni mala, pero yo la interpreto y le coloco un sentido y una valoración, la pondero.
Ejemplos: dolor de cabeza, embotellamiento en el tránsito, llegar tarde a trabajar. No tienen poder de determinar mi estado de ánimo. El poder lo tiene tu mente que le pone una valoración. Todo depende de cómo lo estés mirando, los pensamientos que elijas poner en tu cabeza a la hora de relacionarte con el dolor de cabeza, el embotellamiento, etc. La actitud que vos pongas con esas circunstancias, como vos mires y te relaciones con la realidad. Como estás esperando que la realidad se acomode a vos, en lugar de acomodarte vos a lo que la realidad te ofrece.
La aceptación es lo que te transforma. “A lo que te resistes, persiste” “lo que no se resuelve se repite”. Si aceptas, la realidad se transforma, se neutraliza.
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