Durante más de ocho horas estuvo declarando en el tercer piso de tribunales la religiosa Asunción Concepción Martínez, quien actualmente vive en Paraguay, pero años atrás residió en el Instituto Antonio Próvolo junto a Kumiko Kosaca, la monja que permanece prófuga.
La religiosa se presentó en calidad de testigo, a pedido del doctor Carlos Varela Alvarez, que representa a la monja acusada de abuso.
Según Martínez, en el Instituto Próvolo todo era normal. Dijo desconocer los abusos denunciados, como así también las acusaciones que recaen sobre su compañera, con quien mantuvo contacto telefónico hasta dos días antes de que se emitiera el pedido de captura. Esto motivó una comunicación que se realizó este mediodía a Paraguay y la obtención del que fuera el número de teléfono de Kumiko.
Algo que también llamó la atención de la fiscalía es que la monja afirmó mantener, durante los años que estuvo en el Próvolo, una comunicación fluida con José Luis Ojeda, uno de los imputados que se intenta declarar incapaz.
En una misma línea con la Fiscalía, para la querella el testimonio de Martínez resulta poco contundente, sobre todo teniendo en cuenta el caso puntual que involucra a Kumiko.
Una víctima denunció haber sido violada por el cura Horacio Corbacho y, acto seguido, la monja Kumiko le colocó un pañal para ocultar el sangrado producto del abuso.
La pregunta que plantea la querella es acerca de las religiosas y su relación con los niños, y estos pañales que les colocaban. Según el abogado Sergio Salinas, la institución sigue ocultando información.