Comer azúcar le da a tu cerebro una enorme oleada de una sustancia química llamada dopamina, que genera una sensación de bienestar inmediata, lo que explica por qué es más probable que desees una barra de chocolate a las 22 que una manzana o una zanahoria.
¿Pero por qué una fruta no sacia ese antojo por azúcar? Pues simplemente porque no genera que el cerebro libere tanta dopamina como con el chocolate. Y, para colmo de males, nuestro cerebro comienza a necesitar más y más azúcar para obtener la misma sensación de placer. Esto causa esos sentimientos de "debo tenerlo a toda costa" con el helado que te tienta después de la cena.
Además de aumentar la insulina de manera similar a los carbohidratos refinados, el azúcar activa los centros de placer, recompensa del cerebro y nos hace sentir bien. Especialmente en horas extraordinarias, cuando un alto consumo de azúcar puede empañar las señales de hambre y saciedad, y aumentar los antojos.
Pero además, aquí es donde la ansiedad juega una mala pasada.
Cada vez más investigaciones muestran que los niveles altos de serotonina hacen que los niveles de ansiedad empeoren para muchas personas. ¿Adiviná qué también eleva los niveles de serotonina? El azúcar. Si luchas con la ansiedad, es posible que cada vez que comas azúcar estés contribuyendo a la reacción neuroquímica de la ansiedad y perpetúe el problema.
Hay herramientas para controlar tu apetito y evitar el consumo excesivo de alimentos inadecuados para tu salud.
La ansiedad por comer algo dulce puede presentarse en cualquier momento del día, especialmente para quienes se alimentan pocas veces al día, generando en el cuerpo un descenso en los niveles de azúcar en la sangre, en los periodos de ayuno mayores a 3 horas.
Así, el cerebro envía señales al cuerpo que necesita reponer glucosa, produciendo las ganas de comer con urgencia. La razón por la cual, en vez de inclinarnos por comer un plato de verduras o un rico yogur con frutas, ansiamos comer alimentos azucarados.
También sentimos estas ganas de comer dulce cuando estamos bajo estrés, pues el cuerpo produce cortisol, que es la hormona que nos prepara para reaccionar ante situaciones de peligro. Y esa demanda de energía hace que el cuerpo requiera más glucosa para continuar funcionando y aparecen las ganas incontrolables de comer algo dulce.
Seguí estos consejos para evitar caer en la tentación del azúcar.