La resaca después de una noche de alcohol no suele ser agradable en ningún momento de nuestras vidas, sin embargo, después de los 30 empezamos a notar que ya no es como antes. El dolor de cabeza, el estómago revuelto, el vértigo, las náuseas, la sede insaciable suelen acentuarse mucho más después de cierta edad. “Ya no soy el/la que supe ser”, te habrás dicho y seguro prometiste “Es la última vez que tomo”. Todo esto tiene una explicación.
Según un estudio del grupo británico Redemption, las enzimas del hígado ya no son tantas como a los 20. Y ahí radica el quid de la cuestión. Según el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos y el Instituto Nacional sobre Abuso de Alcohol y Alcoholismo (NIAAA), el hígado es el encargado de procesar entre 90 y 98 por ciento de alcohol que ingresa al cuerpo. Este trabajo demanda una hora por cada vaso de cerveza que se consume.
Durante este proceso el hígado rompe -a través de una enzima llamada deshidrogenasa- la toxina, etanol, en algo que puede digerir, llamado acetaldehído. Sin embargo, al disminuir la presencia de esta enzima en el cuerpo, se pierde la capacidad de procesar las bebidas y los niveles de alcohol en la sangre aumentan considerablemente, informa Clarín.
Por su parte, Brad Lander psicólogo especialista en adicciones en la Universidad Estatal de Ohio explicó a Healthline que a medida que envejecemos el alcohol puede crear problemas con el equilibrio y disminuir el tiempo de reacción que conduce a accidentes como los resbalones o las caídas, entre otras cosas.
Otro de los factores que influyen en la larga recuperación es que a medida que uno envejece, la neuroplasticidad (la capacidad de la función neuronal para recuperarse) se desacelera y el metabolismo cambia.
Para dar batalla a la resaca es importante tener una buena condición física, una buena alimentación y bastante descanso.
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