¿Te pasó de comer con una dieta muy estricta e ir al gimnasio tres veces por semana por cierto tiempo, y cuando dejás (por vacaciones, por enfermedad o lo que sea), volvés automáticamente a tu peso y composición de antes?
A todos nos ha pasado. Pero eso es porque las dietas estrictas tienen un final, mientras que los cambios de hábito profundos y saludables nos acompañan toda la vida.
Hacer dieta está más asociado a seguir una "receta" de alimentos y comidas con la intención de perder peso y, a ser posible, lo más rápido posible.
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Sin embargo, cambiar hábitos alimenticios conlleva algo más profundo, más relacionado con la educación nutricional, donde la salud va primero y la pérdida de peso es una consecuencia.
Aprender a hacer las compras, cocinar con técnicas culinarias más óptimas, comer despacio, sin llenarnos, mejorar el consumo de frutas, verduras y hortalizas, disminuir el de azúcares.
Son hábitos que se aprenden despacio y con calma, pero que una vez asentados, suponen un cambio cualitativo muy grande en nuestra dieta que va a perdurar en el tiempo.
Cambiar de hábitos no significa prohibir. Si no que es encontrar el equilibrio entre lo que tenemos que comer y lo que nos gustaría comer.
Así, un chocolatito de vez en cuando, una cerveza o una pizza no debería darnos nunca culpa.
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Cuando cambiás de hábitos definitivamente, por más que hoy comas distinto, mañana vas a volver a cuidarte. Porque no sólo te ayuda a bajar de peso o a mantenerlo, sino que también te hace sentir mejor en los ciclos de tu cuerpo y tu energía.
¿En cuál estás vos hoy? ¿En la dieta estricta o en el cambio de hábitos?
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