Policiales

Mientras las víctimas del Próvolo reclaman justicia, Kosaka Kumiko pasea por las calles de Mendoza

Está imputada por los casos de abuso sexual a menores hipoacúsicos cometidos en el Próvolo, pero debido a la dilatación en el juicio recuperó su libertad.

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Redacción ElNueve.com
7 de septiembre de 2022 | 17:40

La monja Kosaka Kumiko, imputada por los aberrantes hechos a los que fueron sometidos estudiantes del Instituto Próvolo de Luján de Cuyo, recuperó la libertad el viernes 10 de junio porque se cumplieron los plazos legales para que una persona sin condena esté detenida. Y en las últimas horas fue vista en la calle Rioja y Garibaldi acompañada por una monja. 

El abogado querellante Lucas Lecour dijo que esto es producto de la estrategia de la defensa de Kumiko y que fue tolerada por el tribunal, que permitió esta dilación en los plazos. Hay víctimas que han tenido que ir a declarar 25 veces. "Es imposible que si el Tribunal permite eso, se cumplan los plazos que tiene previsto el Código". 


Kosaka Kumiko no puede tener contacto con las víctimas, ni salir del país. Además, deberá presentarse a las audiencias porque el juicio en su contra continúa. 

Cecilia Fernández, madre de dos sobrevivientes del Próvolo, dijo a Canal 9: "¿Cómo le explico a mis hijos que a esta señora no se la van a cruzar? Tengo muchísimo dolor encima. No puedo abrazar a mis hijos porque se fueron lejos para no vivir más esto. Este es un golpe fuertísimo, los chicos vienen acarreando mucha desgracia encima. Nos quedamos con las manos vacías una vez más".  

Kumiko está acusada de abuso sexual agravado, corrupción de menores y partícipe primaria por omisión. 

Por su parte, Sergio Salinas - también abogado querellante- explicó que van a enfrentar el pedido de la defensa de Kumiko argumentando que hubo dilaciones manifiestas de la defensa en el juicio y que la gravedad de los delitos atribuidos son suficientes para mantener a una persona presa. 

"Con las pocas personas que han declarado, con la mitad de la jornada que se realiza porque la Corte no ha desafectado a los jueces para que puedan trabajar todo el día, por lo menos le quedan nueve años más" a la causa, explicó Salinas. 

Segundo juicio 

Este es el segundo juicio por los abusos a niños hipoacúsicos en el Instituto Antonio Próvolo, que tiene como imputadas a nueve personas, dos de ellas monjas.

En el primer juicio, que finalizó en noviembre de 2019, fueron condenados el sacerdote Horacio Hugo Corbacho, a 45 años de prisión; el cura italiano Nicola Corradi (83), quien recibió una pena de 42 años y el exempleado Armando Gómez, quien recibió 18 años de prisión.

"Parece un diálogo de sordos", dijo Escot 

El 3 de mayo de 2021 comenzó el Segundo megajuicio que tiene como imputadas a las monjas Kosaka Kumiko y Asunción Martínez, a la representante legal Graciela Pascual y a las empleadas Edith Pinacca, Cristina Leguiza, Valeska Quintana, Laura Gaetan, Cecilia Raffo y Noemí Paz.

Tras una serie de desafortunados comentarios durante una declaración, el juez Rafael Escot fue apartado de la causa. 

A mediados de agosto, una víctima, que actualmente tiene 38 años, estaba declarando mediante videoconferencia desde Salta. Cuando empezó a contar el calvario vivido en el Próvolo, avisó -mediante lenguaje de señas- que no veía a la intérprete de Mendoza por el reflejo de la cámara. Las autoridades pidieron que se bajara la luz de la sala. 

Escot criticó la medida y dijo: "Estoy incómodo, me hace sombra mi propia mano". 

Cuando dejaron conforme al juez con la iluminación de la sala, continuó la declaración. Le preguntaron a la víctima con quién vivía y comenzó a contar cómo llegó al Próvolo. Antes de que alcanzara a terminar de hablar, Escot lo interrumpió.

"Que conteste lo que se le preguntó", dijo Escot. 

Se le pidió tolerancia, ya que se trataba de una persona hipoacúsica, que estaba declarando en una causa de la cual es víctima, lo que reaviva el dolor. 

Escot: "Parece un diálogo de sordos".

La respuesta de Escot fue: "No es falta de tolerancia, es falta de criterio. Se le preguntó con quién vivía en Salta. Si no sabe contestar no se puede hacer un diálogo. Es un diálogo de sordos".



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