Una vez más Mendoza se viste de luto, tras conocerse el tripe asesinato de Alejandra Ferreyra, Karen Arenas y Yariel Bruno, cuyos cuerpos fueron hallados en su casa del barrio Bandera Argentina de Maipú.
Un hecho que no hace más que recordar historias de sangre similares que tuvieron lugar en nuestra provincia, como el pasado 13 de febrero cuando Mónica Outeda de 51 años, su hija Mayra bueno de 25 y su nieto Lautaro de 7, eran encontrados sin vida en su casa del barrio Escorihuela de Guaymallen.
José Patricio Molina, de 39 años, había asesinado a su pareja, al hijo de ella y a su suegra para, luego, intentar tapar el hecho incendiando la casa. Acto seguido, el triple homicida que había mantenido hasta entonces una doble identidad se suicidó.
En tanto, un año y cuatro meses antes, el 23 de octubre del 2016, Mendoza era noticia a nivel nacional e internacional por la masacre del barrio Trapiche en Godoy Cruz.
Daniel Gonzalo Zalazar Quiroga había asesinado a su expareja Claudia Lorena Arias de 30 años, su tía marta Susana Ortiz de 46 y su abuela Silvia Vicenta Díaz de 90.
Pero, además, había acuchillado a un nene de 11 años y a un bebé de 10 meses, que milagrosamente sobrevivieron. En tanto, un tercer niño se salvó del ataque de Zalazar, tras esconderse en el baúl del auto y alertar telefónicamente lo que estaba sucediendo.
Al igual que en el triple crimen de Guaymallén, el asesino intentó ocultar los hechos provocando un incendio que no sucedió
Horas después de aquella matanza, Salazar fue detenido en las inmediaciones del Hospital Central y, en septiembre del 2017 en un juicio abreviado, reconoció sus crímenes y fue condenado a prisión perpetua. A cambio fue trasladado a una cárcel de santa cruz para cumplir su condena.
En menos de 2 años Mendoza lleva tres asesinatos múltiples, y en todos ellos fue una persona que arrebató la vida de mujeres y niños, y con ellos de decenas de familiares.
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