Sobrevivientes de la tragedia del micro de Ahumada internacional relataron en primera persona cómo vivieron el siniestro y de qué manera reunieron esfuerzos para asistirse entre ellos.
El temblor sorpresivo, seguido por el vuelco del micro de Ahumada en el kilómetro 1155 de la Ruta Nacional 7 sorprendió durmiendo a gran parte de los pasajeros que, de un momento a otro, sólo pensaban en salir ilesos.
Lucas y su novia sufrieron lesiones leves, gracias a que llevaban colocado el cinturón de seguridad; por lo que una vez que lograron salir del colectivo empezaron a auxiliar al resto de los pasajeros.
Situación similar transitó Jonathan, que tras sobrevivir al siniestro se vio impactado por la imagen de Esteban, el niño fallecido.
Mientras todos los pasajeros aunaban esfuerzos, Osvaldo luchaba también con toda su energía, pero fue inevitable para él no desmoronarse cuando sintió el último suspiro de la pequeña de 3 años.
Esteban Arredondo es padre de una de las víctimas fatales, Esteban, pero también de otro de los pequeños, Uriel que permanece aún internado en el Hospital Notti. Además, es amigo de quien perdió a su esposa e hijos.
Misionero de una iglesia adventista, esposo y padre de cuatro hijos, este fin de semana viajaba junto a ellos y otra familia amiga a Uruguay para participar de un encuentro religioso.
Pero, además, Esteban sintió la desazón de su amigo Carlos Calderón que perdió a su hija Mihe de tres años y a su esposa Maritza, embarazada de tan sólo dos meses.
En medio de la polémica y con la investigación en marcha, se presentó en la comisaría de Uspallata un conductor amigo de Víctor Gómez, el chofer del micro.
El sujeto aseguró haberse encontrado ese mismo día más temprano en la Aduana con su colega y desmintió versiones que señalan que el profesional al mando del volante confesó quedarse dormido antes del vuelco.
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