La posibilidad de enviar pensamientos directamente al cerebro de otra persona era, hasta hoy, materia de ciencia ficción.
En los últimos años, los físicos y neurocientíficos han desarrollado un conjunto de herramientas que pueden detectar ciertos tipos de pensamientos y transmitir información a otros cerebros.
Estas herramientas incluyen electroencefalogramas (EEG) que registranla actividad eléctrica en el cerebro y la estimulación magnética transcraneal (TMS), que puede transmitir información al cerebro.
En 2015, Andrea Stocco y sus colegas de la Universidad de Washington en Seattle utilizaron este equipo para conectar a dos personas a través de una interfaz cerebro a cerebro. De esta forma, estas dos personas lograron jugar una trivia de 20 preguntas.
El próximo paso era permitir que varias personas se unan a tal conversación, y ahora Stocco y sus colegas lo lograron utilizando la primera red cerebro a cerebro.
Esta red, a la que llaman BrainNet, permitió que un pequeño grupo jugara al Tetris. "Nuestros resultados aumentan la posibilidad de futuras interfaces de cerebro a cerebro que permitan la resolución cooperativa de problemas por parte de los humanos utilizando una red social de cerebros conectados", aseguran los científicos.
La tecnología detrás de la red es relativamente sencilla. Los EEG miden la actividad eléctrica del cerebro con una serie de electrodos colocados en el cráneo que pueden captar actividad eléctrica en el cerebro.
La idea principal es que las personas pueden cambiar las señales que su cerebro produce con relativa facilidad. Por ejemplo, las señales cerebrales pueden ser rastreadas fácilmente por señales externas. Por lo tanto, ver una luz parpadeando a 15 hertzios hace que el cerebro emita una señal eléctrica fuerte a la misma frecuencia. Cambiar la atención a una luz intermitente a 17 Hz cambia la frecuencia de la señal cerebral de una manera que un EEG puede detectar con relativa facilidad.
El TMS manipula la actividad cerebral al inducir a la actividad eléctrica en áreas específicas del cerebro. Por ejemplo, un pulso magnético enfocado en la corteza occipital provoca la sensación de ver un destello de luz, conocido como fosfeno.
Juntos, estos dispositivos hacen posible enviar y recibir señales directamente desde y hacia el cerebro. Pero hasta ahora nadie había creado una red que permita la comunicación grupal.
Stocco y sus colegas crearon esta red que permitió a tres personas enviar y recibir información directamente a sus cerebros con dispositivos para EEG y TMS.
Esta primera red conectó a tres personas: dos remitentes y una persona capaz de recibir y transmitir, todas en salas separadas y sin comunicación convencional. El grupo tuvo que resolver un juego similar a Tetris, en el que un bloque que cae debe girarse para que encaje en un espacio en la parte inferior de la pantalla.
Los dos remitentes, que usaron dispositivos EEG, podían ver la pantalla completa y debían decidir cuál bloque elegir y transmitir la información necesaria al tercer miembro del grupo.
Para hacer esto, varían la señal que producen sus cerebros. Si el EEG capta una señal de 15 Hz de sus cerebros, mueve un cursor hacia el lado derecho de la pantalla. Cuando el cursor llega al lado derecho, el dispositivo envía una señal al receptor para que gire el bloque.
Los remitentes pueden controlar sus señales cerebrales mirando los LED en ambos lados de la pantalla: uno parpadea a 15 Hz y el otro a 17 Hz.
El receptor, conectado a un EEG y un TMS, tiene una tarea diferente, pues sólo puede ver la mitad superior de la pantalla de Tetris, por lo que puede ver el bloque pero no cómo debe girarse. Sin embargo, el receptor recibe señales a través del TMS de cada remitente, diciendo "rotar" o "no rotar".
Las señales consisten en un solo fosfeno para indicar que el bloque debe girarse o no hay destellos de luz para indicar que no debe girarse. Por lo tanto, la tasa de datos es baja, solo un bit por interacción.
Habiendo recibido datos de ambos remitentes, el receptor realiza la acción. Y de manera crucial, el juego permite otra ronda de interacción.
Los remitentes pueden ver la caída del bloque y, por lo tanto, determinar si el receptor ha realizado la llamada correcta y transmitir el siguiente curso de acción, ya sea girarlo o no, en otra ronda de comunicación.
Esto permitió a los investigadores divertirse un poco. En algunas de las pruebas, cambian deliberadamente la información de un remitente para ver si el receptor podía determinar ignorarla. Eso introdujo un elemento de error que, a menudo, se refleja en situaciones sociales reales.
Pero la pregunta que investigan es si los humanos pueden averiguar qué hacer cuando las tasas de datos son tan bajas.
Resulta que los seres humanos, al ser animales sociales, pueden distinguir entre la información correcta y la falsa utilizando solo el protocolo cerebro a cerebro.
Ese es un trabajo interesante que allana el camino para redes más complejas. El equipo dice que la información viaja a través de una red a medida configurada entre tres salas en sus laboratorios. Sin embargo, no hay ninguna razón por la que la red no pueda extenderse a Internet, lo que permite que los participantes de todo el mundo colaboren.
"Una interfaz en la nube que conecte cerebro a cerebro podría dirigir la transmisión de información a cualquier set de dispositivos en esta interfaz y hacer que sea globalmente operable a través de Internet, permitiendo así interacciones basadas en la nube entre cerebros conectados a una red global”, aseguran Stocco y sus colegas.
"La búsqueda de tales interfaces de cerebro a cerebro tiene el potencial de no solo abrir nuevas fronteras en la comunicación y colaboración humanas, sino que también nos brinda una comprensión más profunda del cerebro humano".