Leyendas mendocinas

La Cruz Negra: el santuario milagroso del Valle de Uco

En Tupungato existe una leyenda urbana que cuenta con muchos creyentes de nuestra provincia. En No Culpes a la Noche hablaron del santuario, lugar que guarda un gran secreto.

22 de julio de 2021 | 10:54

El martes a la medianoche se vivió un programa único en No Culpes a la Noche, donde se atrevieron a surcar los mitos de una de las leyendas más aclamadas por el pueblo cuyano: La Cruz Negra

El conductor Goga Yuffrida junto a Patricio Tobar, vocero del santuario, y Diego Grilli, parte del elenco teatral "la decimotercerca comapañia", hablaron no solo de la historia que conlleva la cruz negra, sino también de las creencias y los milagros que se dieron a partir de las plegarias.

Son innumerables los Argentinos que todos los años se acercan al paraje ubicado en Tupungato, a orillas de la ruta 40, a pedirle algo o incluso a dejarle una ofrenda de agradecimiento. 

Según los creyentes la Cruz Negra es muy fiel a las peticiones, pero a su vez el devoto debe cumplir al pie de la letra la promesa que se le haga, ya que si no la misma se cobrará.

En el santuario se pueden encontrar placas de agradecimiento, fotos, patentes, estampitas de distintos santos católicos, prendas de vestir, objetos personales e incluso una moto, cada persona que visita el lugar, en forma de agradecimiento le deja un objeto personal.

La historia de La Cruz Negra

En el año 1864 Eugenio Bustos, terrateniente de buen pasar económico, envió a Raymundo a cobrar un dinero a Chile. Este viaje lo hizo a caballo y acompañado de algunas mulas, ya que además de la plata debía traer un poco de mercadería. 

Palleres viajó durante dos días hasta llegar a destino. Cobró el dinero, cargó las mulas, y emprendió la vuelta. Cuando el Sol comenzó a caer, el enviado tomó algunos recaudos. Ató las mulas a su caballo para no perder a ninguna, y avanzó un poco más lento para evitar cualquier accidente. Así continuó durante algunos kilómetros.

En un momento, cuando el silencio inundaba su camino y solo se escuchaban los pasos de los animales, sintió que algo no estaba bien, fue ahí que intuyó que estaba siendo seguido y que algo malo estaba por ocurrir.

Rápidamente, sacó el dinero de la alforja de su caballo y la metió en la que trasladaba una de las mulas. Sabiendo que estos son animales muy inteligentes. La guasqueó por detrás, empujándola para que, sola, llegara a la estancia.

Finalmente un grupo de cuatreros chilenos lo asesinó, pero las mulas fieles llevaron el dinero hasta su dueño. Cuando las mulas llegaron a destino sin Raymundo, Eugenio Bustos decidió salir a buscarlo. Al encontrar el cuerpo sin vida, tomó la decisión de enterrar a Raymundo al costado del camino, ya que ese era el sitio que más visitaba. 

Sobre su lecho, una enorme Cruz Negra quedó sobre la tumba, hasta el día de hoy donde cientos de mendocinos y turistas lo visitan día a día.

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