A poco menos de un mes de la muerte de la joven mendocina, Fernanda Pereryra, en Neuquén, los investigadores encontraron una pista que conduce a la marca de la bestia: 666; por lo que aseguran que fue asesinada en medio de un rito satánico.
Los especialistas hacen hincapié en esta hipótesis porque consideran que hay tres datos que llevan al número apocalíptico: estaba embarazada de “6” meses, fue encontrada en la ruta provincial “6” y en el kilómetro “6”.
A esto se le suma, que los imputados por el caso, Luciano Hernández (ex pareja de la víctima), Osvaldo Castillo y Diego Marillán, tienen vínculos con el culto kimbanda y el satanismo. Sus cuerpos presentan tatuajes particulares con figuras femeninas y masculinas con rasgos demoníacos, reptiles y dos mujeres ardiendo en una hoguera.
Además, en la casa en la que fueron detenidos se encontró un santuario de San La Muerte; también habían velas negras, rojas y blancas y música satánica.
Un dato fundamental en esta pista investigativa fue el hallazgo de una muñeca de papel de la misma estatura que Fernanda y con una peluca de color caoba (el mismo tono que el cabello de la víctima) frente a la estatuilla del Santo. Los investigadores creen, que estaba allí colocado a modo de ofrenda, y por eso hablan de sacrificio humano.
El cuerpo de Fernanda Pereyra fue encontrado el 20 de julio a la vera de la ruta 6, en Rincón de los Sauces. Tenía 26 años y fue hallada quemada con cinco puñaladas debajo de cuatro neumáticos.
Según asumen los investigadores, la joven fue asesinada dentro de una Renault Kangoo, en cuyo interior se encontraron cabellos y rastros de sangre.
La joven mendocina, oriunda de San Rafael, vivía en Neuquén hacía ya varios años. Estaba embarazada de 6 meses y tenía dos hijos.