Un equipo de Noticiero 9 realizó un informe especial por los 40 años de la Guerra de Malvinas. Desde el desembarco en las islas en la Operación Rosario hasta la posguerra.
La operación Rosario, como se denominó a la reconquista de las islas, comenzó efectivamente el 2 de abril, con el desembarco de las primeras tropas cerca de las 6 de la madrugada. Pero duró 73 días.
Esa primera misión consistía en lograr la rendición del gobernador británico, Rex Hunt, y así tomar posesión de Puerto Argentino.
Estaba a cargo de un mendocino: el capitán de corbeta Pedro Giachino. Giachino logró su objetivo, pero murió tras un fuego cruzado de los británicos. Se convirtió así en el primer héroe de Malvinas.
En argentina, la recuperación de las islas, después de 150 años de ocupación británica, se vivió con fervor y algarabía.
El 1 de mayo, después de casi un mes de ocupación argentina en las Islas Malvinas, comenzaron los ataques armados. Gran bretaña avanzó por aire, tierra y mar. Al primer bombardeo en el aeropuerto argentino, Argentina respondió con más de 50 misiones: la fuerza aérea argentina y el ejército lograron derribar 5 aviones harriers. Por tierra, hubo combates en posiciones argentinas.
El 2 de mayo, Gran Bretaña atacó el crucero Ara General Belgrano. Fue el peor ataque: murieron 323 tripulantes, casi la mitad del total de los fallecidos en la guerra.
En esta segunda parte también te contamos uno de los incidentes que derivó en la guerra: la compra de una fábrica ballenera por parte del argentino Constantino Davidoff.
El conflicto armado por las Islas Malvinas dejó un saldo trágico: 649 muertos, más de mil heridos y miles de combatientes que debieron seguir luchando en su propia guerra: la de las secuelas.
Aunque no hay números oficiales de los suicidios posguerra, se calcula que unos 800 combatientes se quitaron la vida.
En el medio, la propia guerra de los que se quedaron: cómo fue la espera de una novia de 17 años; el regreso de los soldados argentinos y la “desmalvinización”.
Y, por último, te contamos una historia emocionante: una carta que llegó a manos de un navegador de un avión Canberra y que, 40 años después, aun la conserva.
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