Psicología

Estrés postvacacional: qué es y cómo hacerle frente

Herramientas para que el aterrizaje a la rutina no sea forzoso y secretos para que tus vacaciones rindan más.

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Redacción ElNueve.com
22 de marzo de 2022 | 17:48

(Por Eva Rodríguez) 

El estrés postvacacional es real y pega fuerte. Sin embargo, la vuelta a la rutina y a la cotidianeidad no tiene por qué ser tan terrible. Aquí te cercamos algunas herramientas para que la readaptación sea paulatina.  

El Síndrome de estrés postvocacional es un sentimiento de tristeza o vacío, pérdida de sentido, ansiedad, angustia, insatisfacción e irritabilidad, que puede provocar dolores musculares o de cabeza e insomnio, entre otras manifestaciones físicas. Aparece generalmente al término de las vacaciones y suele ser de curso breve, prolongándose durante un máximo de dos semanas luego de haber retomado las rutinas.

Salvo que seas uno de esos astutos que se guardaron el As bajo la manga y tienen las vacaciones aún por delante, toca oficialmente volver a la rutina. Pero la buena noticia es que no tiene por qué ser terrible. Si la sabemos hermosear puede ser tan agradable como esos días de panza al sol.

Aquí algunas herramientas para que el aterrizaje no sea forzoso:

Respetar el propio espacio y tiempo de adaptación:

Es muy importante comprender que el organismo hace procesos de adaptación, tanto a las vacaciones como a la rutina. Por eso es necesario, darle tiempo al cuerpo para que procese el regreso a la cotidianeidad y proporcionarle descanso y adaptación de a poco. Si cargás la agenda con mil actividades para el otro día, te sobre conectas con la tecnología abruptamente. O si pasás de dormir 10hs a dormir 5hs de golpe estarás poniendo al Sistema Nervioso en estado de alerta y todo el relax que tan laboriosamente sembraste en las vacaciones no tendrá cosecha.

Evitar volver de las vacaciones -en caso de haber realizado un viaje- y arrancar a trabajar al día siguiente:

Es recomendable dejarse unos días para, paulatinamente, acomodarse a la vuelta. Al tiempo de cada uno.

Planificar la agenda personal de a poco:

No darse atracones de trabajo u obligaciones.

Descansar lo necesario hasta volver a agarrar el ritmo:

Recordá que tu cuerpo no es una máquina, necesita de tu compasión.

Muy importante: priorizar las obligaciones.

No todo tiene el mismo orden de importancia. Si, aunque cueste mucho, algunas cosas pueden y deben esperar.

Las vacaciones no terminan cuando terminan:

 Que terminaron las vacaciones y no volvés a tener más días hasta el año siguiente no significa que te tenés que olvidar y enterrar todo lo hermoso y cándido de esos días de verano. Tendemos a vivir demasiado enfocados en el futuro, pensando sistemáticamente en nuevos desafíos, devorando lo que nos sucede, y sintiendo mucha nostalgia por lo que ya fue. Este estilo de vida no es sinónimo de salud, sino de urgencia y hay que combatirlo.

Repetir actividades que se realizaron durante las vacaciones e incorporarlas en tu cotidianidad.

Por ejemplo, si en las vacaciones desayunaste algo distinto y te gustó, ¿por qué no comerse esos huevos revueltos un miércoles cualquiera en la mañana?

Traer algo de ese lugar especial que conociste y ponerlo donde lo veas y te puedas transportar rápidamente allá.

Por ejemplo un caracol, un souvenir o una flor en tu agenda. En serio, probalo porque funciona.

Si escribiste un diario de vacaciones o viaje, siempre podés transcribirlo y armarlo a tu manera para compartirlo con tus seres queridos.

Las fotos son un recurso excelente para prolongar las sensaciones vividas en esos días:

Bajarlas, elegirlas, arreglarlas, compartirlas con otros, contar anécdotas, etc. ¡Entre las imágenes y los relatos no vas a poder evitar que se te dibuje una sonrisa en la cara!

Compartir los fines de semana con amigos es como estar de vacaciones:

Salidas, cenas, charlas, etc. Planificalos, que no te agarren desprevenido para poder optimizarlos.

Hay formas mejores de vacacionar y no son las más caras:

Hay maneras muy óptimas de proyectar tus vacaciones y no tienen que ver con el presupuesto o cuán lejos te fuiste. Hay formas más saludables de tomar los recesos, donde el cuerpo se cansa menos y la mente se relaja más, que en definitiva es el objetivo superior de cualquier descanso.

Tomar períodos cortos de vacaciones: 

De 3 a 10 días es más efectivo que tomar todos los días de los que disponés de corrido, por ejemplo, 15-20 días.

Con una buena planificación siempre se pueden aprovechar los feriados para tener muchas mini-vacaciones a lo largo del año.

En unas buenas vacaciones de 4 días se logran los mismos afectos de descanso que en una de 7.

Ayuda mucho realizar pequeñas y espontáneas escapadas de fin de semana, sobre todo aquellas que nos conectan con los espacios abiertos y la naturaleza.

Un último tip, pero sin dudas el más valioso: ¡Agradecer!

La posibilidad de tomarse vacaciones, sea que te fuiste o no, no la tiene cualquiera. Quedarte con ese gustito a lo largo del año es un lujo, no lo demos por sentado. La humildad y el agradecimiento por lo que pudimos hacer, mucho o poco, genera una sensación de calma interior y nos prepara para empezar el año con el pie derecho.

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