El último episodio de la primera temporada de Comedor Urbano nos llevó a Cruz de Piedra, Maipú a La Cocina del Oso.
Es un lugar campestre, cálido y lleno de turistas, ya que forma parte del recorrido de los Caminos del Vino.
Nos recibe Jorge Martínez, el Oso. Este ex rugbier y técnico eléctrico, fue uno de los tantos argentinos que no pudo evitar que su empresa se fundiera con la crisis del 2001. Pero su amor por la cocina, y la insistencia de sus amigos, fue lo que lo llevó a dedicarse profesionalmente a la gastronomía.
Una vez que cierra su empresa eléctrica, comienza a hacer los catering de cumpleaños y eventos de sus amigos. Eso que antes hacía como hobbie, se transformó en su medio de vida. Sin pensarlo ya estaba en el camino de lo que en 2015 sería el lugar que conocemos hoy, La Cocina del Oso.
Allí trabaja toda la familia, el Oso, su esposa y sus dos hijos, los que se encargan de recibir a los extranjeros con un fluido inglés.
El lugar fue levantado por ellos mismos, con adobe y material reciclado, decorado con objetos que le fueron regalando los clientes, colocados de tal manera, que el bodegón es un canto al estilo y la onda. Las fotos, objetos y recuerdos que le envían quienes pasaron por el lugar es una forma de ser parte del mismo.
El Oso dice que en su cocina abierta, y literalmente se reflejan los sabores de la abuela. El comensal puede recorrer las instalaciones mientras las empanadas se hacen en el horno de barro o el chivito crepita entre los fuegos. Se puede observar todo el proceso de cocción y preparación de los platos que se ofrecen.
Es común ver las bicis de los turistas que llegan al lugar.
"Cocinar es un acto de amor" es el lema que acompaña a este sitio que trabaja solo con reservas.
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