Programación

Culto a la muerte: una tradición que traspasa generaciones y rompe fronteras

Lejos de lamentar la pérdida de los seres queridos, las colectividades de Bolivia y México -en un nuevo programa de No culpes- contaron qué significa para ellos celebrar la muerte. Y cómo sus afectos siguen presentes, aunque ya no estén.

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Redacción ElNueve.com
8 de noviembre de 2023 | 14:57

Para las culturas prehispánicas, la muerte era el comienzo del viaje hacia el "Mictlán", que en lengua Náhuatl significa: "Lugar donde habitan los muertos". Allí no existían las connotaciones morales del infierno o del paraíso.

Sin embargo, para llegar a él, los muertos debían -durante cuatro años- pasar por diversas pruebas que encontraban en los distintos niveles del inframundo, para finalmente arribar al lugar de su eterno reposo.

Ante las fuertes creencias de los nativos, se produjo una fusión entre las costumbres españolas y las indígenas. Esto dio inicio a lo que hoy se conoce como el festejo del Día de Muertos. En palabras de Yamila Conde, secretaria general de la comunidad boliviana: "La muerte de un ser querido no es solamente la muerte, sino el inicio. Nosotros vemos la muerte como un ciclo, es la manera en la cual le damos la bienvenida cada vez que ellos vienen a visitarnos o darle la despedida si ha partido recientemente".

¿Qué celebra cada comunidad?

El Día de los Muertos es una jornada donde se les rinde tributo y agradecimiento a los difuntos. A todos ellos se los recuerda con imágenes, música, bailes, gastronomía e historias. De esa forma, dice la tradición, sus almas se mantienen vivas.

En representación de Bolivia, Yamila contó: "El primer año se les hace una mesa grande donde se espera a todos los familiares y amigos durante el transcurso del día. Es el primero de noviembre cuando se abren las puertas del cielo". A lo que el presidente de la comunidad, Aldo Vallejos, agregó: "Vuelven a ascender al cielo el día dos. Nosotros en ese altar colocamos una comida o bebida típica, algo que le haya gustado en vida". Yolanda Pozzo, integrante, afirmó con total seguridad: "El mundo es circular, por lo tanto, el ciclo de la vida y la muerte son ciclos que se reinician. No siempre es un momento de tristeza, si bien uno pierde la alegría porque perdió al ser querido… también tiene la certeza de que pasó a otro plano y nos va a acompañar en el mundo del buen vivir".

Cada familia lo vive a su modo, de manera particular, y son muchos los que inclusive deciden ir al cementerio a llevarles ofrendas, cantos o simplemente encender una vela en su honor. Para México, facilitar el retorno de las almas a la tierra, es de vital importancia. Por ello esparcen pétalos de flores de Cempasúchil: "Se supone que ese olor atrae a las almas para que puedan venir a visitarnos. Y las guían hacia cada casa. Por eso anteriormente, cuando se armaba el altar, se quitaban todos los pétalos de la flor y se hacía un camino para que el difunto supiera dónde ir" expresó Raquel Ramos, referente de la comunidad mexicana.

La Catrina

Pero en este país, la ofrenda como símbolo no es el único icono representativo, también lo es Catrina: un esqueleto con vestimenta elegante. Creación de José Guadalupe Posada y cuyo nombre original era la Calavera Garbancera, un término que se utilizaba para referirse a las personas que negaban sus raíces indígenas e imitaban la moda europea.
"Nosotros al vivir lejos de nuestro país, de nuestra patria, de alguna manera las expresiones culturales y artísticas se viven más intensamente" enfatizó Celia Tovar, también referente mexicana y cocinera tradicional.

Sin dudas es una festividad que vale la pena conocer, una celebración a la memoria y un ritual que privilegia el recuerdo sobre el olvido.

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