Ilusiones, estrés, irritabilidad, expectativas frustradas, mal humor y la lista continúa. En apenas un par de semanas, los argentinos recorrimos todo el espectro emocional, de la mano del fútbol. Ya de por sí, el Mundial altera las rutinas, pero una cosa es cuando todo va bien y otra es cuando el escenario no parece ser el más optimista.
El Mundial terminará en un par de semanas y nuestros vínculos permanecerán. El gran desafío es que queden enteros, sin fisuras ni resentimientos.
La buena nueva es que podemos tomar algunas medidas para resguardar a nuestro entorno de los altibajos emocionales que trae la Copa del Mundo:
Los especialistas aseguran que una circunstancia como el Mundial puede traer complicaciones, por ejemplo, a pacientes cardíacos o hipertensos. En cualquier caso, nunca está de más cuidarnos de las comilonas, evitar las bebidas con alcohol y cuidar a nuestro organismo que ya de por sí está en alerta por las circunstancias externas y el cambiante humor social.
Es habitual que estemos compartiendo partidos con la familia, los amigos, los compañeros de trabajo o la pareja. Podemos hacer de ese tiempo algo cualitativo, un momento de revalorización de las relaciones. Los pequeños gestos y los detalles siempre hacen la diferencia: desde obsequiar un dulce a alguien a ser amorosos y contenedores. Una palabra demás, una mirada furiosa, un comentario agresivo pueden provocar heridas que duelan tiempo después del Mundial. Pensar antes de hablar y de actuar siempre es positivo.
Se trata de un evento pasajero y como tal ha de ser tomado. Siempre que se enmarque dentro de los parámetros “normales” el fútbol puede inclusive constituir una buena válvula de escape de tensiones y ejercitarnos en la tolerancia a la frustración. Si el Mundial está perturbando nuestras relaciones, probablemente se esté proyectando en ellas algún conflicto subyacente, de antigua data. Vale preguntarse qué pasa en ese lazo y, una vez detectado, intentar limar asperezas diálogo mediante.
Cada pareja se rige por su propio contrato no escrito. Eventos como un Mundial pueden hacer que nos veamos obligados a renegociarlos. Los quiebres en la rutina sirven para que nos redescubramos, redistribuyamos rolesy compartamos de manera diferente a la habitual. Podemos capitalizar estas disrupciones en la cotidianidad para dar aire a nuestros vínculos. Lo importante es buscar consensos.