La Revista Americana de Nutrición Clínica realizó un estudio para analizar el consumo de papas en 4.440 participantes estadounidenses, de entre 45 y 70 años, durante un período de ocho años.
El equipo utilizó cuestionarios para determinar los hábitos alimenticios de cada persona, tanto fritos como no, y luego se basaron en esos datos para determinar los vínculos entre el consumo de papas y la mortalidad.
"No había ningún estudio sobre esta posible asociación", revela Nicola Veronese, un científico del Consejo Nacional de Padua, en Italia. Veronese fue el ideólogo de este estudio junto con una docena de investigadores. "Existían algunos estudios sobre el consumo de papas, las enfermedades cardiovasculares y la mortalidad, pero no encontramos nada sobre el papel de la papa como causa de mortalidad", comentó.
Durante el estudio, 236 personas murieron. Después de tener en cuenta otros factores como la educación, la raza, los ingresos, el consumo de alcohol y el ejercicio, los investigadores concluyeron que las personas que comen papas fritas más de dos veces a la semana corren un riesgo mayor de mortalidad.
Por eso, los científicos aseguraron que los que suelen comer papas fritas duplican las posibilidades de tener una muerte prematura y aseguraron que el consumo de papas, no fritas, no está asociado con un mayor riesgo de mortalidad.