Oumuamua es el primer visitante interestelar conocido por el ser humano y sigue siendo el centro del misterio para los científicos.
Desde que en octubre de 2017 los astrónomos de la Universidad de Hawái (Estados Unidos) detectaran la luz procedente de este viajero llegado de fuera del Sistema Solar, muchas han sido las teorías acerca de su origen.
En un primer momento se lo catalogó como cometa, aunque la idea fue descartada casi de inmediato, por no tener una cola y de una coma (la «cabellera» que envuelve su núcleo). Por eso, concluyeron que era un asteroide.
Pero esa clasificación no explicaba su extraña trayectoria, pues el objeto acelera su velocidad, en lugar de disminuirla y entonces ¿podría tratarse de una nave espacial extraterrestre?
Uno de los interesados en esta supuesta nave espacial, es el millonario ruso Yuri Milner, creador de la comunidad de Asgardia, un proyecto que busca llevar a la humanidad al espacio.
El ruso está convencido que Oumuamua es una nave espacial y ofreció su potente telescopio Green Bank para que los científicos lo analicen.
Milner se reunió con el director del Departamento de Astronomía de la Universidad de Harvard, Abraham Loeb, para hablar acerca del tema. “Cuanto más estudio este objeto, más extraño me parece, y me pregunto si podría tratarse de una sonda artificial enviada por una civilización alienígena”, escribió el científico en un correo electrónico dirigido a Milner.
Loeb junto a Shmuel Bialy, investigador postdoctoral en el Instituto de Teoría y Computación del mismo centro, han publicado en arXiv, la plataforma científica online, un trabajo en donde especulan con un origen artificial del objeto, diseñado para el viaje de reconocimiento interestelar por una civilización avanzada, pero cuya misión haya terminado y se haya convertido en el desecho de un naufragio.
En definitiva, creen que es una nave extraterrestre antigua que ha perdido su función.
“Explicamos el exceso de aceleración de Oumuamua lejos del Sol como resultado de la fuerza que la Luz del Sol ejerce sobre su superficie. Para que esta fuerza explique el exceso de aceleración medida, el objeto debe ser extremadamente pequeño, del orden de una fracción de milímetro de espesor pero de decenas de metros de tamaño. Esto hace que el objeto sea liviano para su área de superficie y le permite actuar como una vela ligera. Su origen podría ser natural (en el medio interestelar o discos protoplanetarios) o artificial (como una sonda enviada para una misión de reconocimiento en la región interior del Sistema Solar)”, afirma Loeb.
Basándose en esto, Bialy y Loeb calcularon la probable forma, el grosor y la relación masa-área que tendría un objeto tan artificial. También intentaron determinar si este objeto podría sobrevivir en el espacio interestelar, y si podría o no resistir las tensiones de tracción causadas por la rotación y las fuerzas de marea.
Lo que encontraron fue que una vela con solo una fracción de milímetro de espesor (0,3-0,9 milímetros) sería suficiente para que una lámina de material sólido sobreviviera el viaje a través de toda la galaxia, aunque esto depende en gran medida de la densidad de masa de Oumuamua. Gruesa o delgada, esta vela podría soportar colisiones con granos de polvo y gas que impregnan el medio interestelar, así como fuerzas centrífugas y de marea.
En cuanto a lo que estaría haciendo una vela ligera extraterrestre en nuestro Sistema Solar, Bialy y Loeb sugieren que la sonda puede ser realmente una vela difunta que flota bajo la influencia de la gravedad y la radiación estelar, similar a los desechos de los naufragios de barcos que flotan en el océano. Esto ayudaría a explicar por qué Breakthrough Listen no encontró evidencia de transmisiones de radio en el momento de su monitorización.